Editorial | Responsabilidad social para evitar el regreso a la fase de las restricciones
León, en realidad toda la comunidad autónoma, afronta septiembre con un aumento «preocupante» de los casos de coronavirus, que en el caso de la provincia se concretaba ayer en 42 nuevos casos arrastrados, tres más detectados por PCR en las últimas 24 horas, todavía once focos activos y un fallecido. Es cierto que la situación no es tan extrema todavía como para adoptar medidas restrictivas de aforos y de participación social, como acaba de ocurrir en Valladolid y Salamanca, donde hay transmisión comunitaria y, como consecuencia, vuelven a la fase uno de la escala establecida para la llamada la nueva normalidad.
Pero el alza en contagios de la última semana sitúa a León a unos pasos de esa caída por la incidencia acumulada de 10,8 casos por 10.000 tarjetas sanitarias en la última semana en la capital (347), una notable escalada en distintas zonas de la provincia y mayor estabilidad en el Bierzo, todavía muy lejos de esas cifras, si bien la presión asistencial sigue siendo baja en general, con sólo once pacientes ingresados en los dos hospitales.
La pandemia no da tregua y debemos asumir que conviviremos con esta infección de relativamente baja intensidad sanitaria y alto grado de daño social y económico hasta que aparezca una vacuna realmente eficaz, o más probablemente varias vacunas distintas, por las informaciones que nos llegan. En esa situación, lo más importante es mantener la calma y aceptar que seguimos enfrentándonos a la travesía que nos llevará a la superación de esta terrible contrariedad inimaginable hace tan sólo unos meses. Porque más allá de los esfuerzos de las administraciones, lo realmente eficaz en la lucha contra el virus y su propagación es la responsabilidad que debemos asumir sobre uno mismo y los demás.