Salvar el pellejo

El capellán del Hospital me decía en marzo, cuando la gente aún creía en los muertos aunque no los viera, que se nos había olvidado nuestra finitud. «Estábamos en un mundo en el que no existía la muerte y ahora, cada día de vida es un reto». Dicen que queda poco para regresar a marzo. Lo que pasa es que nuestro cuerpo ya no empatiza con la enfermedad y nuestra mente lleva casi un siglo pensando que al dolor se le puede sepultar como una mala digestión. Y, sin embargo, nuestra memoria está íntimamente ligada al barro. El légamo nos aguarda a pesar de que algunos se creyeran dioses.

Cándido se ha prendido del ojal de nuestra soberbia pero cientos, miles de terremotos asolan cada día el futuro en esta nueva Lisboa. No hace falta más que quitarse la venda del bienestar con la que nos impiden mirar lo que sucede en el mundo real.

El reto es de todos. Esto no va a ir —nunca más, en realidad— de si el Estado nos ingresa una baja o durante cuánto tiempo. No les creáis porque no hay con qué pagarlo. Nos dormimos en Suecia y nos levantaremos en vísperas del neoliberalismo más feroz. El dinosaurio habita entre nosotros para recordarnos que los derechos no eran más que un espejismo, que comienza la era de la responsabilidad individual, de la soledad, del ¡reclamaciones al maestro armero! que ni salimos más fuertes ni es cierto que nadie vaya a quedarse atrás.

Lo bueno de este nuevo mundo es que nos permitirá saber quiénes somos. ¿Lo sabes? El mundo feliz se asoma a su final y no habrá ninguna pastilla con la que acallar la realidad, ni lonas sobre las que caer, ni ventanillas ante las que protestar.

¿Estaremos a la altura de nuestros abuelos o nos comerá la melancolía por todo lo que no volverá? Sísifo sabe que nunca llegará a la cima, pero de vez en cuando se sienta y mira a la cúspide, feliz. Este mundo está poblado por narcisos que tendrán que aprender a luchar para vivir cuando nunca han tenido que luchar para no morir. «Yo prefería la guerra a la peste». Salvar el pellejo, de eso irá todo. (Curzio Malaparte)