Responder al lumbreras
Cogí al azar del revistero un número de El Semanal, el mejor suplemento de la prensa española. En su portada, un señor sonriente y con cara de malo de James Bond. Es Jeff Bezos, el dueño de Amazon. En el reportaje se nos informa de que es el más rico de la Historia. Vale, pero hubiese preferido una entrevista con Woody Allen, que este mes estrena película. Leo que en su departamento de Recursos Humanos se formulan a los aspirantes a un trabajo preguntas trampa, y se cita una: «¿Por qué las tapas de las alcantarillas son redondas?». Ni flores, contestaría este juglar de columnas. ¿Se trata de medir la imaginación del candidato o, más bien, de dejar claro que el jefazo es un lumbreras? Pero a una pregunta provocadora, una respuesta insinuante. Nada de reacciones airadas tipo «¡aquí no va a quedar ni un paquete!». Mucha flema, hay posibilidades de reacción honorable. Por ejemplo, el «¿puedo meditarlo?» y acto seguido sentarse en postura yoga, la de las piernas para arriba es muy socorrida, y tras horas de meditación trascendental epatar con un «solo sé que no sé nada». La sinceridad suele ser muy valorada, dicen.
Otro clásico de la salida ocurrente: «¿Se trata de una broma de cámara oculta, no?». Y empiezas a desternillarte y a dar palmaditas en la espalda al entrevistador. También, puedes recurrir al clavo ardiendo de la sorpresa escolar, ya saben: «¿9x 5, pero el examen no era hasta la tabla del siete? «o en la versión Bachillerato: «¿El imperio austro-húngaro, pero no era hasta los hititas?».
Y por último, la franqueza: «¿Por qué las tapas de las alcantarillas son redondas, ni idea, pero si quiere le silbo la música de El tercer hombre ».
Como el capitalismo tiene paradojas, Bezos financia la versión para televisión de El señor de los anillos . Una serie para dominarnos a todos, diría Sauron. Y además quiere montar en la Luna un asentamiento. Pobres repartidores.
Sin salir de la revista, busqué algo menos desasosegante. Me llamó la atención un titular: «¿Por qué nos terminamos pareciendo a nuestros padres?». Esta sí la sé, me dije: porque el tiempo les dio la razón, sobre todo en aquello de estudia, ordena tu cuarto y no le abras la puerta al lobo feroz. La sabiduría del corazón.