Un mal tiempo que genera temor
La pandemia provocó un cierre total de la hostelería durante varios meses. Las terrazas se convirtieron en la tabla de salvación para muchos establecimientos, que abrieron sus puertas ampliando mesas y sillas para poder retomar la actividad. Por contra, lo que carecían de espacios han mantenido sus puertas cerradas. El verano afortunadamente se ha alargado bastante y ha sido benigno, lo que ha facilitado el disfrute de esas terrazas. Pero ahora llegan los primeros atisbos de un invierno que puede ser especialmente duro para muchos establecimientos. Sin actividad en las terrazas —por el frío o la lluvia— resulta complejo mantener abiertas las puertas ya que de momento los hábitos han cambiado de manera notable. Habrá quién piense que el mal tiempo animará a las personas a quedarse más tiempo en casa y eso frenará los contactos. La duda es si eso llevará a que se celebren más concentraciones