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T enemos aún escandalizada la retina con el reventón colorista de la ristra larguísima de banderas rojimadrileñas y rojigualdas que tapizaron entreveradas el fondo de la palestra algo teatral donde  Sánchez /Ayuso , -él y ella, ella y él, tanto monta, ¿y montan tanto?- representaron su declararación de buenas intenciones y de bien ayuntarse dirigiéndose a cámara como quien dice a la nación... ¡¿nación?!, ¿ha dicho nación?... mosén Torra, deles vuacé la espalda, hágales un calvo ampurdanés y desate demonios y pánicos ordenando a los suyos que, por su bien, ni se les ocurra viajar a Madrid aunque el Barsa vaya al Bernabeu (y la Ayuso susurró un finísimo ¡será cabrón el muy joputa!, aunque al micro estuvo aún más fina y con cierto cinismo británico, muy raro aquí, además de con su  visage  tan de actriz fatal peinando melenita de olas muy de cine de los 30, carita trágica fría que pone si quiere parecer que va enfadada; y estuvo bien fina:  pues yo no le desearía lo mismo a él ... ¿no?).

Después de todo, ese comparecer al alimón era solo una rueda de prensa, otra más, y jamás se vio montar una con ese aparato tan solemne, ¿triunfa el estilo Trump?... Todo arregladito y ceremonial. Arregladitos ellos en sus galas de vestir: ella, en rojinegro ce.ne.té; él, azul oscuro, camisa azulita, en su natural los dos; separados a distancia social que solo es una pista de los kilómetros que les  unen , aunque esforzándose en hacer ver -sin verse nada- que allí se rehacía algo que nunca existió ni existirá: ¿quién renuncia a mandar al adversario al tacho si flaquea?... ¿quién no encuentra un otro a quien culpar?... ¿quién no oculta su incapacidad tras la ineptitud de uno de más allá o de más arriba o de abajo?... ¿y por eso vemos tantas banderitas?... Aviso: una bandera es  el alma  y  el arma  ideal del español furioso, doble arma para doble alma: el trapo, para torear las razones del otro... y el asta, para estaca o lanza. Pero tanto trapo oculta caminos y vamos por rastrojos. Sobran banderas y faltan redaños para agarrar por los cuernos cada toro que hoy se nos viene en desmán. Y además, la camella va jodida, mi sargento.