Alerta Roja
La gente ha dejado de toser en el Teatro Bergidum. Me cuentan que el patio de butacas está libre de carraspeos estos días de reencuentro con el drama y la comedia, el humor y la pantomima. Nadie interrumpe la función.
Me dicen que los espectadores de Ponferrada llegan a la hora en punto. Nadie se retrasa tampoco. El aforo está limitado. La mascarilla que nos cubre la nariz y la boca es obligatoria. Y el público, no es que fuera desconsiderado antes, se muestra muy respetuoso, sigue las indicaciones y se sienta rápido.
Lo que no me cuentan es si todavía siguen sonando los móviles de vez en cuando o no se olvidan de apagarlos ahora, o de dejarlos en silencio.
Nos faltaba el teatro. Y el cine. Y la música. Los conciertos también habían vuelto, casi siempre en auditorios abiertos. Todos sentados. Nada de abrazos. Y mejor no bailar. El virus, no sé si el amor, está en el aire.
Pero ahora se están cancelando.
Estos días las redes sociales, ese nuevo escenario de la realidad donde la distancia no es un problema, se han teñido de rojo para apoyar al mundo del espectáculo. Alerta Roja se llama la campaña. Y más allá de quienes forman parte del reparto en los montajes teatrales y de los cantantes que se suben al escenario por encima del público, las calles y plazas de algunas ciudades de España se han llenado de filas ordenadas, y separadas, de técnicos de sonido, iluminadores, tramoyistas que nos avisan de que el sector se muere. La Puerta del Sol en Madrid, ciudad sitiada por el coronavirus, la avenida Reina Cristina de Barcelona, o la plaza del Obradoiro, a la sombra de la catedral de Santiago, los ha visto desfilar con sus baúles y sus carritos en auténticas procesiones silenciosas.
Porque el sector del espectáculo se muere, sí. Y en lugar de contratar rastreadores y aumentar la frecuencia del metro, donde lo hay, para que nadie viaje hacinado; en lugar de contar con más sanitarios, ofrecerles incentivos y reforzar la Atención Primaria, cada vez más colapsada; en lugar de extender las pruebas PCR a todos los lugares donde el trabajo vuelve a ser presencial, hay quienes piensan que la lucha contra el Covid 19 pasa por amordarzar a la Cultura. Y nadie tose estos días en los teatros.