Cierra, del verbo trancar
Cierra León, que es bien distinto a cierra, León, si la orden fuera medida profiláctica propia, por pura subsistencia. El problema de los leoneses es que tienen que sufrir las consecuencias de decisiones que adopta gente que jamás se someterá a ellas. Manda cerrar León el mismo ganado que privó al hospital de los medios uci, por la simple razón de que no los afecta; ni a ellos, ni a sus hijos, ni a sus mujeres, ni a sus maridos, ni a sus abuelos. Hay un viejo chiste que simplifica este ordenamiento político, y que relata el viaje de un gobernador a ínsulas periféricas a atender necesidades (así, como cuando Martín Villa salió en andas por el sobaquillo para no untar con barro el tafilete); y entre meter manteca en las escuelas o en la cárcel, eligió la trena, seguro de que al colegio, no iba a volver. Esto del cierre ya les pasó a los letones con los bolcheviques; y a los ucranianos, tan apurados por la bota stalinista que cuando los alemanes entraron a Kiev creían que era el ejército de liberación. Estarían casi como los leoneses, que ven en el muro perimetral la dádiva de un dios patriarcal; creencia lógica, entre tanta cabeza trepanada por los voceros del régimen que embalsaman la gestión política al ritmo que se blanquea a los criminales después de muertos. Cierra León, que se joda Ayuso, concluyeron en tertulia media docena de analistas del ángelus de la Sexta. Ay, aquellos que alababan la reclusión y toque de queda de Pedro Iglesias en marzo, ahora, con la incontinencia de la risa floja por el estacazo en los dientes de Alfonso Igea. Cerrar es el verbo más conjugado por León desde que lo clavaron al yugo de la yunta con puntas de cuartón; cierra la mina, cierra la casa, cierra el Banco de España, cierra escuelas, cierra los ojos; cierra el bar. Cierra, que hay corriente. Cierra León, propósito fundacional del sistema, al alcance de números bíblicos: el séptimo cielo, el séptimo presidente. Hoy es un buen día para proclamar que todos los españoles son iguales ante la ley. Cierra León con los guajes en los colegios. La inmunidad de rebaño en realidad es identidad de borregos. Ya sabían de la dureza del pueblo leonés, que en este destierro íntimo acabó por dos veces con las existencias de hidro alcohólico, mientras se mantuvieron intactas las reservas de vaselina.