Fiesta nacional
Comparen ustedes. Por un lado, el decimotercer Roland Garros de Rafa Nadal en Paris, con deportivos honores a nuestro himno y nuestra bandera a escala mundial. Por otro, el tuit del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, invitándonos a recordar lo que somos: «una España solidaria, abierta y plural».
La comparación viene dada por la fecha del 12 de octubre (descubrimiento de América), nuestra fiesta nacional desde que así se decidió por ley en 1987. Y se propone (la comparación), como vara de medir el impacto de dos aportaciones significativas, la del deportista y la del presidente, en la forja del espíritu nacional con ocasión del 12-O.
Sin desmerecer la incursión digital de Sánchez en fecha tan señalada, es evidente que para celebrarlo no podía haber mejor regalo que la victoria de Rafa Nadal en Paris. Como el gol de Iniesta en su día. Excusas dichosas para reconocernos en la coreografía global -himno y bandera del país- cuando la marca España aparece asociada a un triunfo deportivo.
La novedad de este año es la participación en los actos, reducidos a la mínima expresión a causa de la pandemia, de la parte del Gobierno que siempre hizo gala de su hostilidad respecto al 12-O. El mantra declarado de Iglesias Turrión y Alberto Garzón siempre fue «No hay nada que celebrar», pues para ellos esta fecha es la evocación de un genocidio.
Mal día en la agenda del vicepresidente del Gobierno, aunque el coronavirus al menos le ahorró el mal trago de figurar en las tribunas institucionales durante el tradicional desfile militar por la Castellana. Se quedó en una limitadísima parada militar a puerta cerrada, en la plaza de la Armería del Palacio Real.
Así Iglesias Turrión no tuvo que dar cuartos al pregonero frente a una bandera, un himno y un Estado que no calzan en su apuesta por una «república plurinacional y solidaria». Por no hablar de su recurrente aversión a un Rey constitucionalmente inhabilitado para defenderse de quienes le apedrean por hacerse visibles en el teatro de la desquiciada política nacional. Podemos y nacionalistas periféricos, sobre todo. Ambos aliados de Pedro Sánchez, pero incompatibles con el espíritu del tuit del presidente del Gobierno sobre la necesidad de avanzar unidos.