A León se va en coche patera
Otra forma de medir la cobertura de servicios básicos que el estado del bienestar es capaz de prestar en León: se suman los kilómetros que hacen al día médicos/as, maestras/os, enfermeros/as (los célebres practicantes/as, según distinguen en pueblos deshabitados, donde circula el corzo y el jabalí y ampara el hábitat del oso y el urogallo y la avutarda) por esas carreteras del mundo perdido que asfaltaron caminos a lugares donde al llegar nadie espera nada. Allí, donde Cristo fue a dar las tres voces, por ubicar el contorno. Dos de las cuatro figuras con posición secular de influencers, capaces de merecer hasta la dedicación de un tema musical en el repertorio de clásicos de José Luis Perales, han quedado reducidas a mera función de pilotaje. Quién se lo iba a decir, a esta gente, de vocación prematura y expediente académico brillante, que después de entregar el final de la adolescencia, la juventud y una parte de la edad madura a quemarse las cejas entre estudios, oposiciones y pruebas meritorias, iban a pasarse la vida hasta mirar de cerca el horizonte de la jubilación con más horas de jornada al volante que en la consulta, con los pacientes, que en el aula, con los alumnos. La mayor cobertura de la educación y la atención médica en la provincia se sirve in itinere, y se acompaña también de una fórmula de cálculo: a la cantidad de vehículos estacionados en las vías radiales de acceso a la ciudad, se le multiplica por cuatro y se divide por las zonas básicas del territorio leonés, incluida la demarcación de los partidos judiciales, delimitados por la distancia que se cubría en un día a lomos de caballo, y se clava la cifra; la de los años que le resta a ese millón y medio de hectáreas con el cartel de se alquila, en armonía con los locales del centro de las ciudades y los mensajes de lamento y risa de hiena del cártel empresarial. En el último reparto con el que se atrevieron en la yunta, la mitad de las plazas de médicos para el noroeste leonés quedaron desiertas. No se ocuparon; en esencia, porque a los que tocó la terminación, renunciaron a la gracia de la pedrea (en este punto, el boletín da fe de las plazas que salieron a concurso en territorio castellano). No llega el médico si no es en coche patera. Pero vamos a repoblar León. De pinos.