Editorial | Normas claras para la movilidad en las ciudades adaptadas a los tiempos
A la nunca bien resulta situación de las bicicletas en las ciudades se ha unido en los últimos meses una irrupción generalizada de los patinetes eléctricos. Parece evidente que la norma básica y la que seguramente mejor resolvería todos los problemas sería el actuar con respeto unos hacia otros. Pero dejando al margen posturas utópicas lo cierto es que ese egoísmo que llevamos implícito las personas parece que se acrecienta en cuanto nos subimos a cualquier tipo de aparato con ruedas. Y existen unos mínimos de seguridad que deben ser una exigencia colectiva, que incluso cuente con un aparato en el ordenamiento legal que preserve esa convivencia imprescindible.
El Ayuntamiento de León trabaja en una ordenanza para normalizar esos patinetes eléctricos que ya pueblan las calles. Como en tantos asuntos es importante reconocer que una mayoría de los usuarios circulan de manera correcta. Pero, como ocurre con bicicletas y monopatines o, por ejemplo, con los dueños de perros, existe esa minoría a la que es necesario corregir para anteponer el bien común. Las ciudades tienen que apostar por las nuevas formas de movilidad. Son más limpias y evitan la proliferación de coches. Pero es difícil compartir unos espacios limitados. Para que los usuarios de bicicletas o de patinetes eléctricos se olviden de las aceras será imprescindible que los que van en vehículos a motor se conciencien de que no tienen las calzadas como propiedad exclusiva. La ley también les impone unas distancias de seguridad respecto al débil que no todos cumplen.