Editorial | Más incertidumbre por la imprevisión reiterada para frenar la pandemia
Lo ocurrido ayer por la mañana con Ponferrada es quizá un buen ejemplo del desastre de gestión que está realizando España durante la pandemia. Cuando estaba todo preparado finalmente no se envió al Boletín de Castilla y León el decreto de restricciones previsto para la capital del Bierzo. La razón es que no tenía sentido aplicarlo cuando horas después era previsible la aprobación de un nuevo marco a nivel nacional con la introducción del toque de queda. Y en esta terrible ceremonia de la confusión a la que nos asomamos cada jornada las cosas han quedado de nuevo en el aire. Después de muchos días de debate sobre la posibilidad de aplicar un confinamiento nocturno, el Gobierno llegó ayer al Consejo Interterritorial de Salud con los deberes sin hacer. La práctica totalidad de las autonomías apoyaban una medida que se aplica en otros países como Francia —quizá por eso se empezó a barajar su uso en España—. Pero el anuncio oficial es que hará falta tiempo, ese que no tenemos, porque cada minuto que pasa sin conseguir unas medidas apropiadas para combatir la segunda oleada nos cuesta la pérdida de más vidas humanas.
El esperpento de estos días con un Congreso de los Diputados debatiendo una moción de censura tan imposible como estéril mientras se siguen sin buscar fórmulas para combatir al covid —con una Sanidad mejor preparada y unos controles mayores para los que no respetan la salud de todos— prueba que las cosas no han cambiado nada desde marzo. Seguimos en la incertidumbre, la ineficacia y la imprevisión.