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Me gusta la idea de que Kamala Harris sea la próxima vicepresidenta de Estados Unidos. Más que incluso que Joe Biden sea el presidente y, mucho más, desde luego que Trump repita como ‘no-inquilino’ de la Casa Blanca. En las provincias europeas siempre tienen importancia los resultados de las urnas en la metrópoli. Incluso ahora que estamos al pairo de las fábricas de China tanto como de los estornudos bélicos del tío Sam.

Kamala Devi Harris es la gran apuesta de Biden para atraer el voto negro, un populoso colectivo reticente aún a acercarse a las urnas, y el de las mujeres. Desde que el 11 de agosto fue designada candidata a la vicepresidencia hemos descubierto a esta senadora —lo es desde 2017— que arrastra tras de sí un impecable curriculum como fiscala general del estado de California. Los medios han destacado que es la primera mujer negra que aspira al puesto.

Vender este hito tiene más gancho que asumir francamente que hay muchas que podrían hacerlo. Sin ir más lejos, su hermana Maya, directora ejecutiva de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, vicepresidenta de la Fundación Ford, analista política en televisión, profesora en la universidad de San Francisco y decana de Derecho en la  Lincoln Law School  de Sacramento. Talento femenino hay de sobra. Otra cosa es que los techos de cristal estrellen las oportunidades en las carreras de muchas mujeres. Se destaca el origen indio y jamaicano de Kamala Harris, su negritud, precisamente en unas elecciones en las que la causa negra puede inclinar la balanza a favor del Partido Demócrata si finalmente se deciden a acercarse un poco a las urnas. La decisión de Biden nos ha dado la oportunidad de conocer a una mujer que ha llegado a casi lo más alto que se puede llegar en un país en el que la población negra, los nietos y bisnietos, de la esclavitud, aún tenían muchos derechos por conquistar cuando ella nació en 1964.

Ha sido gratificante ver a Kamala Harris crecer como candidata desde las provincias europeas del imperio de las barras y estrellas. No es tan importante que sea la primera mujer negra como su transformación en un referente de todas y cada una de las mujeres de este planeta cuando hace unos días en el debate televisivo con el republicano Mike Pence ganó a la audiencia con su frase: ‘Mr. vicepresident, I’m speaking’, (señor vicepresidente, estoy hablando) que pronunció casi tantas veces como su contricante le interrumpía. Cómo me gustaría escuchar esta frase a la consejera de Sanidad, Verónica Casado, cada vez que el vicepresidente Igea (o, ¿hay que llamarle presidente?) le interrumpe en las ruedas de prensa. Que las brujas de noviembre te acompañen, Kamala Harris.