Diario de León

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Cuando en 1965 estrenó esta ciudad el Hostal de San Marcos ostentando un lujo hotelero aquí desconocido y exótico, los leoneses podían pavear de tener el mejor hotel de la red estatal que tanto impulsó entonces Fraga. La joya plateresca leonesa se había convertido en el buque insignia de los hostales de España, por delante incluso del Reyes Católicos de Santiago de Compostela que siempre fue lo más. La categoría del nuevo y despampanante hotel se reflejaba sobre todo en sus facturas de hospedaje, en la minuta de dolor si se comía en su relais o en la cara de estafa al pedir la cuenta de dos refrescos en cafetería. Esa carería que lo hacía prohibitivo entonces -cosa que ya dejaba clara un ceremonial portero de rigurosa librea y gorra de plato que acudía presto a abrirle el coche a los clientes urgiendo a los botones el transporte de equpajes- convertía al Hostal (solo se llamaba el Hostal , sin apellidos, por más que la palabra estuviera tan devaluada al identificarse con pensión barata) en un rango social; poder casarse allí era un alarde de distinción y cartera. Por eso don Antonio de Lama y mi tío César en su inter nos coloquial lo llamaban el Hostial , aun pareciendo algo impropio en dos curas tan curas, pero instruidos y risueños. Desde entonces les chuleé este cuño: hostial, fábrica de ostiones y ¡ostrás!

Y ¡ostrás! exclamó buena parte de este pueblo al desvelarse al fin las reformas y reedificación que le han metido a la que fue casa madre de la Orden de Santiago, exagerada ostentación de su poder y riqueza en el siglo XVI que hoy atiza nuestro orgullo, hay que ver. Se han inventado un nuevo interior, dicen, donde la ultramodernez lo convierte en vulgaridad a la moda sin que se sepa si uno está donde los prebostes de aquella orden militar tenían sus aposentos o en un hotel de Berlín, Manhattan o Sigapur. Adiós a sus señas y alma interior costando además la broma un dinerazo que pudo usarse con más sentido, prudencia, respeto... y buen gusto. Y todo, para darle sentido al viejo dicho que establece que « todo lo que no es tradición es plagio »... y además, hostial.

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