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En medio del dislate que nos arrolla desde hace ya casi un año, como ocurrió durante la anterior crisis, como ha venido sucediendo desde el principio de los tiempos, la curiosidad, la vocación, el entusiasmo y el esfuerzo de los científicos abre un hueco a las buenas noticias y la esperanza. Una ventana enorme por la que renunciamos tozudamente a mirar. Es verdad que el zapato nos aprieta por las estrecheces e incertidumbres económicas, cuando no directamente por el hambre y el frío; pero no es menos cierto que como ciudadanos y como sociedad vivimos de espaldas a una enorme y muy talentosa comunidad investigadora que merece mayor reconocimiento. Y a la que hay que reclamar también apertura. Levanten los ojos de sus microscopios, probetas, ordenadores y publicaciones y comuníquenle al paisanaje que crecemos, aprendemos, avanzamos. Háganse ver. Hágannos la luz. Esta semana se celebraron virtualmente, como toca, las Jornadas de Investigadoras de Castilla y León. Un proyecto de las universidades autonómicas para dar visibilidad a los trabajos de las científicas. Porque para ellas la investigación sigue siendo una opción minoritaria, lamentable e inexplicablemente. Cuestiones de género a parte (nunca al margen), la iniciativa, como la Semana de la Ciencia, ConcienciaTe, y otros muchos proyectos de divulgación que se han venido desarrollando son un excelente escaparate en el que las y los científicos, avezados o noveles, de ratón (mamífero) o ratón (tecnológico), volcados en este planeta o los que aún están por descubrir, se zambullen en la sociedad para acercar sus excelentes noticias a los ciudadanos. Estaría bien que el esfuerzo fuera recíproco. Porque ellas y ellos son el maravilloso presente sobre el que asentar un futuro oxigenante y esperanzador. Un orgullo cuyo pilar es el trabajo de sus predecesores, que primero acunaron y cultivaron su curiosidad y después abrazaron y cobijaron sus primeros pasos como investigadores. Para perpetuar la cadena del progreso y la superación. No están en otro planeta. Nos cruzamos con ellos en la calle, en el ascensor. Ojalá pronto en el bar. Y, de repente, vienen estas jornadas y te cuentan en román paladino que hacen robots sociales, inhiben alteraciones genéticas, transforman CO2 en metano, mejoran los alimentos,... No son sólo tiempos de oscuridad. El entorno está también lleno de excelentes noticias. ¡Bravo por l@s investigador@s!