Diario de León

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Somos supervivientes. Tan superviviente es quien se infectó con el virus y consiguió superar la enfermedad, como quien todavía no se ha contagiado pero está expuesto a contraer una infección por un microorganismo que nos acompaña como una espada de Damocles. Supervivientes son las familias de las personas fallecidas por este virus, 1.299 en León, que tiran para adelante con un dolor sin duelo. Supervivientes son las empresas que resisten el envite de la pandemia sin despedir a ningún trabajador o echando mano a distintas variedades de Erte para soportar la sacudida. Supervivientes son los trabajadores que tiran del carro de las empresas, porque son la empresa misma, y se cuidan para que este virus no acabe con su salud, la de su familia, sus amigos, sus compañeros y la economía, la suya también. Eso es la responsabilidad. Supervivientes son las personas a las que este virus ha dejado literalmente en la calle, como a Paco Alba, al que la vida le abre una ventana cuando hace tres meses le cerró la puerta. Sobrevivir es resistir y para resistir hay que cuidar y cuidarse. Ahora nos dicen que ya salimos de la segunda ola. El estallido de la primera obligó al personal sanitario a renunciar a descansos, duplicar jornadas y olvidarse de su propia salud física y psicológica para salvar a la población de un virus que les pilló, como al resto de la población, sin el conocimiento y el material necesario para enfrentarse a un contrincante poderoso. Así nos sentimos todos. Esta segunda ola que según nos dicen remite ya anticipa la madre de todas la olas en una tercera fase y, de ser así, encontrará una la sociedad exhausta y debilitada. Las asociaciones de familiares de personas dependientes advierten desde hace tiempo que lo mejor para ofrecer un buen cuidado es cuidarse. Toda la sociedad tiene que estar en este momento en ese empeño porque solamente con salud física y psicológica podremos seguir aguantando el tirón de este momento que nos toca liderar. Y en esta sociedad que somos todos están agotados los glóbulos blancos. El coronavirus es sinónimo de estrés y enfermedad física, psíquica, económica y social que, superado el impacto de la primera ola, hace necesaria una estrategia personal y colectiva para no caer en un agotamiento universal que, a la larga, nos deje sin recursos. El personal sanitario se moviliza estos días por el ‘decretazo’ de la Junta que modifica algunas de sus condiciones laborales para hacer frente de nuevo a esta pandemia. El compromiso y la implicación de los trabajadores y las empresas no sólo se traduce en dinero, sino en trabajo y cuidado mutuo para que no fallen ni la salud ni las fuerzas. «Si tienes el arco siempre tenso, muy pronto lo romperás» (Cayo Julio Fedro)

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