Hartazgo bloqueador
Conocida es la historia del cura empecinado cada domingo en echar la bronca a sus fieles por los que no están presentes. Tampoco es una práctica ajena a las acciones de los civiles, en incontables colectivos humanos, en los que se aprovechan las ausencias a reuniones, clases o asambleas para atizar al inerme por incomparecencia. Se trata de una práctica tan ruin como generalizada, que sólo facilita aire a los que mantienen viva la veterana práctica tan española de la celada de callejón que tantos ríos, incluso de tinta y sangre, ha generado literalmente durante siglos, poniendo al día lo del ‘Roma no paga traidores’ del zamorano Viriato.
En la Dirección General de Tráfico han optado por afinar los límites urbanos de velocidad llevando la citada práctica eclesiástica a las calles. Los cumplidores, esa mayoría que conduce con todas las precauciones, verán entorpecida su circulación. Y no debemos olvidar que la inmensa mayoría de ellos, que sufren las complicaciones del tráfico en las ciudades —por no hablar de la búsqueda de una plaza legal de estacionamiento— no lo hacen por pura afición o por su amor a visitar las gasolineras para repostar de manera periódica. Son ejercicios de ‘movilidad urbana’, como se les llama ahora, por necesidad laboral, familiar, y un largo etc. Eso sí, alguien en Tráfico quizá ha pensado que a los incumplidores se les van a quitar las ganas de circular a grandes velocidades, no respetar las prioridades o saltarse lo pasos de peatones, tras ceñirles un poco más el cinturón con multas recaudadoras para todos... En León, incluso tenemos un equipo de gobierno municipal, que en una jugada al estilo póker, iguala y eleva lo mandado desde Madrid poniendo a 20 kilómetros por hora largas avenidas de cuatro carriles como la que pasa por delante de la azucarera.
Y de ese hartazgo de los cumplidores, o sufridores al estilo del viejo programa televisivo, me quedo de manera especial con ese bombardeo que nos cae cada día de culpabilidades y amenazas sobre la pandemia que, según los expertos, infantiliza a la ciudadanía. Parece que harta a esos cumplidores que se sienten también señalados; y se les aburre con unos datos en los que siempre se afila lo peor.
Llega una tercera pandemia, tras el covid y la crisis económica. También hace falta ‘subvencionar’ el ánimo....