Editorial | Repensar el tren como fórmula de cohesión
La provincia de León puede ser un buen ejemplo de los vaivenes que ha registrado la política ferroviaria en España en las últimas décadas. Sufrió hace casi 40 años la clausura de la línea que unía Astorga con el sur de España, a través de la vía de la plata. Fue pionera a la hora de recibir el AVE mientras los servicios convencionales perdían calidad y frecuencias. Y ahora se convierte en la sede del primer puesto de mando multired del país, desde donde se controlará el tráfico de tres redes diferentes: alta velocidad, convencional y de ancho métrico. Y adquiere valor esta nueve sede, conocida en León como el CRC, por lo que aporta de descentralización. Esa, que protagonizó la visita del ministro José Luis Ábalos que —en el estreno del centro ubicado entre la nueva estación y el Palacio de Exposiciones— aventuró el uso futuro del ferrocarril como herramienta para luchar contra la despoblación. En este, que es sin duda el principal reto de León y de casi todas las provincias alejadas de los centros de desarrollo, puede jugar un papel decisivo la constitución de una Mesa Rural de la Movilidad que anunció ayer Ábalos. La disponibilidad de infraestructuras y de comunicaciones está probado que es decisiva para generar actividad en los diferentes territorios. Probablemente la pérdida de servicios y de calidad en el tren ha sido un elemento más a la hora de erosionar la cohesión y generar desequilibrios. Ahora, con el ansiado impulso al Corredor Atlántico, sobre el que el ministro insiste en que no habrá discriminación respecto al Mediterráneo, se genera una oportunidad de oro para hacer las cosas de otra forma, con mucha más eficacia.
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