Tolkien lo hizo

Si a los libros que escribimos los consideramos hijos, los prólogos que escribes para otros te hermanan. El catalán Arthur Charlan publica esta semana un ensayo sobre Tolkien, El fabricante de sueños (Global Essay), con prólogo mío. No nos conocemos en persona, pero la literatura establece lazos. Frodo y aquella misión superior a sus fuerzas es uno de ellos. La obra lleva un subtítulo clarificador: Resiliencia, la espada del crecimiento personal. Como es sabido, resiliencia es la capacidad para recuperarse de experiencias dolorosas y salir fortalecido de ellas. La orfandad temprana, la pobreza —paliada en parte gracias a un tutor sacerdote católico, con conexiones españolas—, la participación activa en la Gran Guerra —en la que perdió amigos muy queridos y a numerosos compañeros de estudios— fueron vivencias traumáticas que lejos de debilitarlo le hicieron más fuerte, pero sin endurecer su corazón. El Señor de los Anillos además de gran literatura es una oración cristiana… sin religiones, iglesias o templos. Charlan tiene una sólida formación teológica, que le posibilita desarrollar con amenidad sus planteamientos. Pero sus saberes no son solo teóricos, pues nos informa que la idea inicial del ensayo está en su propia experiencia de dolor ante la enfermedad de un hijo. O mejor, en la transformación de esa vivencia impactante en fuerza de crecimiento espiritual. ¿Acaso El Señor de los Anillos no es un libro sobre la esperanza de quienes, desde un análisis sensato de su situación, no tendrían que haber albergado ninguna? Lewis lo llamó «mero cristianismo». Tolkien creció pobre y luego, incluso cuando ya era un escritor rico, siguió fiel al credo de quien eligió nacer en la pobreza. Él lo hizo.

A los hobbits astorganos les gusta el chocolate. Astorga es la ciudad elegida por Ferrero Rocher para su anuncio navideño. Felicidades. Al autor de El fabricante de sueños le alegrará saber que el reconocimiento se lo ha llevado ciudad tan gaudiniana. El arquitecto y Tolkien tienen mucho en común. Ellos lo hicieron.

Y Charlan también lo ha hecho. Su ensayo tiene misión, en un tiempo oscuro. Y este juglar de columnas se siente feliz de formar pequeña parte, a través de un prólogo, de esa luz.