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A veces la vida gasta un tono tan monótono que se nos olvida lo que de verdad importa. Una sonrisa a primera hora de la mañana te puede cambiar el día al igual que una mujer ansía comerse el mundo, con un par de ovarios, tras superar un cáncer. A veces, se nos olvida lo realmente importante... O es que a la raza humana se le nubla demasiado pronto la vista. Parece disfrutar complicándose, divagando de tara en tara y dejando que la paja se le meta en el ojo para no ver un pimiento.

Nos quedamos ciegos a tal velocidad que el hambre tiene que salpicarnos y empaparnos hasta los tobillos, porque si no sentimos el agua helada calarnos los huesos somos incapaces de apreciar lo afortunados que somos de estar aquí. De lo efímero que es esto. Pero pasa una mosca y se nos queda cara de lelos, observándola minuciosamente, mientras la mierda pasa a un segundo plano cuando nos llega hasta el cuello y es la verdadera sustancia de nuestra proporción áurea. Y si viene alguien a decirnos que tenemos que cambiar el chip, que hemos de crecer, el enfurruñamiento puede llegar a apestar a pañales usados. Aún cuando alguno compra una regadera y se rocía cual bonsai. La intención es buena, la eficacia nula.

En otras ocasiones, la reacción se vuelve inesperada y la crítica constructiva da más de sí, ayuda a ganar perspectiva y a reparar en los errores cometidos a fin de enfocar con mayor solvencia actuaciones futuras. Los grandes cambios parten de la actitud con la que afrontamos las grandes cagadas. 

¿Y cuál ha sido la gran cagada de la Mesa por León? «Que la opinión pública se pronuncie», alienta alguno, como si señalando con el dedo al que las lía de la clase fuera a ganarse el aprobado general. Estancarse en debates insulsos sobre la titularidad, pública o privada, del compromiso económico no va a ninguna parte. Hacer declaraciones en los medios tampoco resulta esperanzador. Es comprensible que Casado y Sánchez no se pongan de acuerdo porque sus intereses difieren en muchos puntos. Por ello tildaría de anormal que políticos, empresarios y sindicatos no tengan todavía clara la dirección del barco en el que se subieron el 3 de marzo de 2020, cuando 26 personas levaron el ancla. 

En medio de esa ausencia de diálogo, una brillante mujer «trabaja en la sombra» para aportar la fortaleza oportuna a un proyecto tan urgente. Es la líder que abandera, en estos grises momentos, las posibilidades de todos los habitantes de una provincia más machacada a cada segundo. Además, procede del ámbito universitario, excelente bióloga y catedrática, lo que refleja el potencial del mundo que aguarda entre las paredes del campus. Si 26 personas han delegado en ella su compromiso con León, no sé qué clase de compromiso es ese. ¿Uno que roza la explotación? Igual es que a veces a todos se nos olvida lo que de verdad importa. Salvo a Humildad Rodríguez, que va al límite con su tierra. No dejen que se ahogue.