Lo atractivo
Como siempre por ahora, desciende sobre este Belén un ángel del Cielo anunciando Paz en la dieta y gloria a la Diosa en en las bajuras de la Cielulitis donde los dioses se hacen carne mortal y la que fue novia hechicera acaba en bruja piruja o esparramá. Navidad. Cielulitis. Su república independiente es un sofá con su ambigú-intendencia en mesitas y vecindades. Ahí se las dan todas: ¡gloria a la Diosa en las alturas!... de la telebasura.
Muchas veces derrota la madurez por ahí. Y tienes tu razón, Cristina, la madurez, ya se hable de mujeres o de hombres, no cotiza (¿acaso cotizó alguna vez si no vino forrada en oro o poder?). Ya dije en la cita que citas que siempre habrá gran diferencia entre una perita en dulce y un higo seco. Pero no creo, como dices, que « la belleza es un signo de inteligencia y retrasar la vejez, una demostración de sentido común »... pues la belleza es hija de la puta suerte, tan escasita, y la vejez no se retrasa, se apellida Tiempo, otro hijoputa que jamás se detiene y aún menos da pasitos atrás bucando fuentes. Si por retrasar entiendes enmascarar la madurez, eso es otra cosa, incluso medicinal o incentivo para muchas-muchos, lo sé, pero son coces contra la aguijada y sabes que quien realmente se pone guapa con todo eso es la enorme industria que genera, crece y reina en ese concepto de belleza, desde la millonaria cosmética a las clínicas de chapa y pintura , sin que ahí haga falta ya el histórico dictado masculino, patriarcal y todo eso, porque ahora quien lo impone es la industria; y las propias mujeres, de la directora de moda de Versace a la cuñada que te fisga de arriba a abajo. Fíjate en los «masajes» publicitarios del emporio; se apuntan incluso al empoderamiento ese que tantas sonajas hace vibrar, animándoos -tras daros cremita al bies- con un lema total: porque tú lo vales , cuando en realidad te están diciendo porque tú lo cuestas , logrando así casarte el valer y el costar, uy... ¡y cuesta tanto tiempo y dinero eso!... invirtiéndolo en alguna otra cosa también puede uno parecer feliz o inteligente... y hasta ser atractivo, mi divina garza.