Diario de León

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Llamé a Manuel Martínez para decirle que me ha gustado mucho la primera entrega de La casa sobre ruedas, su programa en el canal 7 de Castilla y León Televisión. Y no lo hice porque siempre venga bien tener un amigo forzudo, por si hay un ataque zombi, tengo que subir un piano por la escalera o Trump amenaza con instalarse en el sofá de casa. Sigo desde hace años su trayectoria, me fascina su amplio registro de inquietudes y de cualidades para expresarlas. Recorrerá la Comunidad en coquetuela furgoneta acompañado del cámara, cómplice y copiloto Álvaro Paramio. Tanto monta, monta tanto, él como Paramio. Le pregunta socarrón este: “¿Cómo quieres que te llame… Manuel… Manolo?”. Y tras un titubeo contesta:” Pues… llámame Man”. Sin el super delante, aunque lo sea. Me asegura que en cada entrega “habrá mucha aventura”. Pero la mayor de todas es ser muy buena gente, como ellos. Así atraen a quienes hablan ese mismo lenguaje emocional, para disfrute de los espectadores. Por ejemplo, el risueño mecánico que les hizo la puesta a punto de la antes algo achacosa furgoneta. Tras pasar por sus manos ya solo la falta hablar, para ser una versión leonesa del coche fantástico. “Que vuestro programa demuestre a todos que los leoneses somos entrañables, aunque siempre haya a quien uno no le dejaría las llaves de su furgoneta nueva”, le pido. Se carcajeó. Aventura, humor, retos, bellos paisajes y humanidad. Solo cabe aplaudir, a los viajeros y a la cadena.

Este jueves, la furgoneta los llevará hasta Sanabria, donde montarán a caballo y se les impartirá clase sobre cómo tocar las campanas. Llevo a su lago en mi corazón, por diversos motivos. Entre ellos, porque siempre irá asociado a José Luis Estrada, uno de los mejores periodistas que ha trabajado en esta —a veces— dura tierra nuestra, además de excelente persona. Era capaz de recorrérselo de unas brazadas, mientras los demás aún estaríamos buscando los manguitos.

Man y Paramio. Ambos caballeros, los dos escuderos. La casa sobre ruedas es proyecto tan nuestro como la cecina. Ojalá, las audiencias les sean justas, pues se lo merecen.

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