Lejos ya es cerca
Mi mujer lleva días pitorreándose a costa de la fotografía con la que este periódico informó sobre mi primera conferencia cervantina online. Y todo porque mi querida compañera María Jesús Muñiz escogió una de hace mucho. «Diecisiete» me puntualiza cariñosa la costilla. Peor es que te pongan con más años, que alguna de esas ha de haber en los archivos. Pero a lo que iba, qué maravilla tecnológica hablar desde León en un acto organizado desde Texas, y que te escuchen en numerosos países… incluido Nueva Zelanda, que ha de quedar lejísimos. Y sin costes telefónicos de infarto. Hasta participó un leonés, residente en Alicante, que se había enterado por un amigo colombiano. A través de la Red, hablamos de Cervantes y de su gran logro. Fue posible gracias a la labor de los quijotes que integran el Club Internacional de Literatura en Español, en su delegación de Midland. Por encima de los océanos, gracias a hablar un mismo idioma fuimos un solo corazón colectivo. Si como en el Quijote nuestras respectivas vidas incluyen humor, amor y dolor… ¿cómo no íbamos a entendernos? Todo ocurre en todos los lugares. Me alegré de no haberme dejado atemorizar por lo —para mí— último en comunicación. Las nuevas tecnologías no muerden. Eso sí, ten siempre un domador cerca. Y nunca digas que no sabes hacer algo que puedes aprender, con o sin ayuda. No existe la palabra lejos con quien te hace sentir cercano, aunque os separen kilómetros y continentes. Durante un rato, habitamos en un espacio sin fronteras. Y sin lejanías.
Me despedí deseándoles a los asistentes virtuales un mundo mejor, convencido de que somos millones quienes así lo queremos, por encima de lenguas, razas e ideologías. Y hasta de diferencias horarias. Esto nuestro de una hora menos en Canarias ya es menudencia.
Marta ha tratado luego de arreglar su guasa por mi rejuvenecimiento fotográfico: «Tampoco estás tan cambiado, 17 años no son nada». Vale, se me reconoce. Y hoy como entonces sigo creyendo aquello que repetía el cónsul en Bajo el volcán: «No se puede vivir sin amar». Esto es cierto ahora y hace mucho. Aquí y en cualquier rincón del planeta. Gracias por hacer que lejos quede cerca, amigos del Club Internacional de Literatura en Español.