El vecino blinda su mundo rural
El canto del gallo, el olor a estiércol, el sonido de las campanas, tan propios del mundo rural, son desde esta semana un patrimonio protegido en Francia, país que quiere así preservar este ‘patrimonio sensorial’ alegando que forma parte del entorno tradicional de un territorio que considera indispensable para el crecimiento y el equilibrio del estado. La postura adoptada por unanimidad por el Parlamento galo viene a recordar el mediático juicio contra el gallo Maurice, denunciado por dos urbanitas por las molestias que les causaba su canto cuando visitaban su segunda residencia. Aquel litigio lo ganó el gallo y a partir de ahora esta protección será prioritaria en futuros contenciosos entre aquellos que quieren imponer sus normas cuando visitan los pueblos. Por estas tierras estamos lejos de cuidar con tanto esmero nuestro mundo rural, sus olores y sus ruidos, pero si un país tan cercano ha tomado la iniciativa quizás no sea tarde para promover un reconocimiento similar.