Vengan vencejos
De todas las aves que en la historia biológica han sido tengo al vencejo como la más asombrosa de todas y una de las máquinas aladas más bellas y eficaces que haya diseñado la evolución... esa «golondrina» negra, ese dardo disparado, ese chirrido de algarabía y festín mosquitero... qué pajaro, qué veloz bumerán, qué quiebros a cien por hora... y qué zurcido queda el cielo cuando el vencejo en nube se da el último papeo antes de irse a dormir, que no es un dormir normal, ¡de locos lo que hace este pájaro!, y eso es lo que pasma y le hace único, pues jamás detiene el vuelo y se pasa el año volando, al caer la noche asciende a dos mil metros y allí se pone a dar vueltas hasta el alba relajando el aleteo y durmiendo como las liebres, con los ojos abiertos. Solo bajan a tierra si hay que nidificar en roquedos, aleros o cornisas (y en León ciudad, en sus murallas, hasta que les cegaron sus anidamientos con restauraciones de mucho plastón; ni siquiera tuvieron el detalle de dejar algunas viejas oquedades, les desahuciaron a lo bruto; lógico que descienda su población)... siempre volando... y el vencejo que no ligue ni siquiera tendrá tres semanas para empollar y seguirá un año más en su noria y aleteo, qué fatiga.
Bienvenido el vencejo, ave de este año 2021 designada por la sociedad conservacionista Bird Life. Una de las razones es la disminución de su censo. Atentos, pues, a ¿nuestros? vencejos que ahora mismo están en su otra nacionalidad africana, a diez mil kilómetros, ¡qué viaje de tres meses hasta destino!... les veremos en mayo riéndose de perimetraciones y carnets de pinchamiento... y sus chirridos nos sonarán a risas sardónicas por nuestra mala suerte.
Lo que ignoraba es el nombre que le dan por ahí al vencejo. Portugueses y gallegos, rápido; en francés, rapide; el italiano dice veloce; el catalán, falciot, sonando a falcó, halcón; el inglés va de onomatopeya y le llama swift, el sonido de la fllecha, como el alemán schnell; en castellano se le dijo foncejo por parecerse a una foz, hoz... y rarito va el euskera llamándole bizkorra, que significa «hábil», pero suena pedorri.