Editorial | La trampa envenena las ayudas de emergencia en uno de cada ocho Erte
El caso de corrupción ocurrido en Andalucía, donde se desvió el dinero de los parados hacia las arcas de partidos, sindicatos y empresas, supuso uno de los mayores escándalos de la Democracia en España. Hay cosas que deberían ser sagradas y las ayudas a las personas que lo pasan mal tendrían que estar blindadas por una ética producto de una conciencia social de la que parece que carecemos en este país.
Los Erte se han convertido en la tabla de salvación para muchas familias y para muchas pymes, pero lamentablemente en los balances de las inspecciones se detecta un volumen importante de fraude, y de manera especial en la provincia de León. En casi uno de cada ocho controles realizados se han encontrado infracciones. Suponen 57 casos sobre los 469 análisis realizados en los últimos meses.
El dinero defraudado asciende a más de 305.000 euros, una vergüenza que pone en evidencia a León al superar de manera notable a otras provincias próximas como Zamora (15.600 euros), Valladolid (83.500) o Salamanca (13.100).
Envenenar algo tan fundamental como son estas ayudas de emergencia resulta inaceptable. Se pone en cuestión la puesta en marcha de iniciativas de este tipo. En el caso del carbón se facilitó un argumento fácil para los enemigos de las subvenciones y las fórmulas de reindustrialización que, no podemos olvidar, acabaron fracasando.
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