Presidente por bombo
Igual que se sortea en la lotería, nuestros presidentes del Gobierno podrían ser escogidos mediante la ley del bombo, así las arcas del Estado se ahorrarían costosas campañas y todos tendríamos las mismas probabilidades de experimentar qué se siente. Esta gobernanza por azar solo duraría una semana, que con más ya se cogen vicios. El ganador gobernaría con mayoría no absoluta, para así conocer el arte del acuerdo. O sea, no podría decidir sin pactarlo que llueva de abajo a arriba o que todos los niños nacidos durante esos siete días se llamen como el señor presidente o la señora presidenta. «¿Y si le toca presidir a Paquirrín?», me puede preguntar esa lectora agorera que todos los columnistas de provincias tenemos. Pues si lo quiso el bombo, habrá que acatarlo. Paciencia y a barajar, que se dice en el Quijote . Por cierto, el caballero andante dio a Sancho los más bellos consejos sobre el arte de gobernar con compasión y equidad, cuando este se fue a ejercer a la Ínsula Barataria. Mi mujer también me daría consejos muy útiles antes de marcharme a presidir el Gobierno de España: «No te dejes abiertos los grifos de La Moncloa, no piques entre horas, no cuentes chistes verdes...». En cambio, si la ley del bombo dictaminase que ella es la presidenta del Gobierno no tendría recomendación alguna que darle, pero cuando no mirase me metería en su maleta. A mi edad ya no estoy para quedarme de Rodríguez. Y sin Marta en casa no encontraría el mando de la tele.
Dudo que uno mismo valiese para gobernar, si bien algunos de los que sí se creen capacitados no lo están. En esto de la autoestima política las hay muy estrambóticas. Quién sabe si la ley del bombo nos descubriría ocultas capacidades de liderazgo, basadas en el sentido común y en la bondad. Ah, también para ser gobernado hay que valer. No es tan fácil
Y sí mi propuesta podría funcionar, pese al riesgo de que saliese Paquirrín. Algo me dice que a su madre no la iba a nombrar ministra. Lo importante es tener plena confianza en que quien hizo el bombo no hizo también la trampa. A mí no me importaría que les toque a otros, pues ya me tocó el gordo perpetuo con mi mujer. Además, peor que Trump no iba a hacerlo. Y siete días se pasan casi volando.