La Supermujer
Colgaron de un árbol un trasunto de Carmen Calvo —parecía el hombre de paja del Mago de Oz— para apuntarla como la enemiga del movimiento trans. Está claro que la guerra no ha hecho más que empezar, pero las contrincantes ya han mostrado que utilizarán todas las armas en su poder. Estos días, con la guerra civil entre PSOE y Podemos hemos descubierto varias cosas. Para empezar que el verdadero enemigo de la ley que quiere aprobar la reina de las niñeras a costa del contribuyente no es Vox sino el movimiento feminista. Siempre es así. Siempre ejecutan primero a los posibilistas y, en este caso, a las mujeres que no comulgan con la rueda de molino del machoqueer movement, que es en realidad lo que está detrás de Montero y recua.
No se han andado por las ramas y han conjurado en una performance macabra a la culpable de que su juego de muñecas no se pueda celebrar como a elles les habría gustado. Todo esto ha resultado en un juego del ahorcado cuyo rostro no es sólo el de la vicepresidenta.
Lo malo de la radicalidad es que siempre obliga a volver a la cueva. Es lo que quieren los podemitas con sus ‘proponidas’: regresar a la casilla de inicio, volar todos los puentes con el futuro, arrasar las libertades para ponerse a la vanguardia de la dictadura que nos guiará hacia la nueva felicidad.
Por el camino, en este juego de arrobas y pronombres en bable, habremos perdido todo lo que llevamos siglos construyendo. ¿Que qué es ser mujer? Pues será lo que a cada une le apetezca según el momento. La historia no habrá servido de nada y los nuevos timoneles de la arcadia trans nos dirán si tenemos o no derecho a interpelarles con nuestras cuitas de mujeres antiguas.
Puede incluso que nos intenten estabular como hacían en El Planeta de los Simios con los humanos, como a seres primitivos, desconocedoras de la esencia verdadera del feminismo de la nueva era, hablantes de un lenguaje prohibido y de un sexo que habrá que ocultar para no resultar demasiado molestas a la nueva mujer que ya dominará el mundo.