El enano creció
M orano acabó siendo escuela populista cuando este populismo aún no se había inventado como andamiaje de castillos en el aire, manda carallo. Escuela él y el resto pupitre, tropa política de cualquier signo que aún hoy copia al dictado los resortes populeros que le hicieron popular e impopular y de sus populares alejado a ratos pareciendo que predicaba diferencias y exigiendo independencias, ¡alza el rabo, León! y, sobre todo, hostigando ya de mano al Valladolid del aJunta , Pucela, siempre el mejor monigote pimpampún en esta feria de agravios y vanidad patriota. Porque Morano era ante todo dos cosas: listín entre cazurros y chulillo en el inter pares, esto es: astuto y tajante... feriante y componedor... gato atento a las caídas y pastor alemán en los ladridos, anque en ladrar no le salió un par entre los imitadores de estas décadas que se quedaron en sordina, cagapoquito y atropadores, efímeros además. Su estilo y desparpajo le granjearon las simpatías populares y hasta las impropias a un político de derechas permitiéndose incluso robarle al rojerío el movimiento vecinal montado aprisa tras Franco, fue su base electoral en los barrios; Morano se lo chuleó y lo llevó a su corral con cursos de macramé, coros, danzas y regalando plantitas a las paisanas, bien fácil, aunque hay que decir que el rojerío, instalado ya en sillonas, se lo regalaba desatendiéndolo por estar a otra cosa: acostumbrarse a perder todas las elecciones. En la visita oficial que hizo Jordi Pujol a León, 1981, ¡40 años ha!, lució Morano una de esas altanerías que cosechan aplauso paleto; en su discurso ceremonial no dijo Yordi Puyol , sino que remarcó insolente las jotas para recordarle al honorapla que estaba en tierra cristiana, no mora. Haciendo amigos. Y lo mismo lograron también los berridos ante Génova 13 tras una victoria de Aznar: ¡Pujol, enano, habla en castellano! Y ya vimos cómo en décadas siguientes fue creciendo ese enano con su parlem . Y aquel tibio independentismo, que entonces era enano también, es hoy el forzudo rencoroso de este circo. De risa.