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Editorial | La confusión incrementa los daños al alejar a la sociedad de las instituciones

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La lucha contra el coronavirus vive pendiente de una premisa fundamental en cualquier batalla social: cuanta más implicación de la gente se consiga las posibilidades de éxito, y en un menor plazo posible, se incrementarán de manera notable. Pero parece que no hemos aprendido nada cuando ya ha transcurrido un año desde que se detectaron los primeros casos en España. Las reiteradas críticas por las consecuencias derivadas de la inexistencia de un marco estable y claro no han servido para nada.

Seguimos enviando mensajes confusos a una sociedad que en demasiadas ocasiones da la sensación de que ha dado la espalda a quienes deberían liderarla con medidas claras y útiles. Las contradicciones y las ausencias de criterio han sido permanentes y se podrían llenar folios enteros de recomendaciones y pautas de comportamiento que acabaron descarrilando en poco tiempo.

Ayer la Junta difundió sus enésimos criterios a través de una rueda de prensa. Lo más terrible es que ni siquiera las personas que siguieron en directo las intervenciones pudieron ponerse de acuerdo sobre cuál es el nuevo sistema que decidirá la reapertura de la economía y de actividades esenciales como son los gimnasios. Allá por noviembre a los ciudadanos se nos hacía estar pendientes para conocer qué podíamos hacer —y a los locales para decidir si abrían o no— del parámetro de los casos a 14 días por 100.000 habitantes. Semanas después se nos dijo que no, que lo importante eran a 7 días. Ahora vuelven los 14. En medio, hemos atendido limitaciones provinciales, autonómicas, confinamientos por municipios... Sería interminable reproducir los vaivenes de normas. Sólo en unas pocas horas hemos pasado del anuncio de que todo se haría por provincias a planear ayer que se tendrá en cuenta el global de casos de pacientes en ucis de la Comunidad, lo que ha frustrado la ‘liberación’ de Ávila que cumplía lo que se había pronosticado como criterio clave desde la propia Junta este viernes.

Con tanta confusión parece entendible que los ciudadanos opten por desconectarse . Los varapalos judiciales han probado un serio problema de falta de rigor en la actuación. En juego está la salud de las personas y la necesidad de ese compromiso de todos. Para ello, sería importante evitar esa sensación de inseguridad jurídica que tanto se aleja de lo que es fundamental en una Democracia.