Prejuicios
Confieso que me he pasado dos semanas con la nariz entre las páginas de Reina Roja. Me resistí al principio, me juré a mi misma que no volvería a ser carne de ‘best seller’ ni a olisquear en la lista de las diez novelas más vendidas porque los culturetas dicen que eso no mola. Pero lo he vuelto a hacer. El autor de este ‘thriller’ que tanto ha gustado al público y cuyas novelas se publican ya en más de 40 países, Juan Gómez-Jurado, se ha convertido en uno de los escritores españoles que más vende del momento. Compartí clase con él a diario durante los cuatro años que duró la carrera de periodismo. Me resultaba demasiado intenso, la verdad. De una intensidad casi insoportable pese a que apenas intercambié unas pocas frases durante aquellos años. Me quedé de piedra cuando sacó su primera novela y consiguió, a una velocidad de vértigo, el favor del público. «Toma ya», pensé. Pero tenía claro que yo no iba a leerla. Prejuicios, ya saben, de esos que nos atosigan a diario y de los que no es fácil desprenderse.
Pero la vida tiene estas cosas. Una persona muy cercana por la que siento un gran cariño me puso la trilogía de Reina Roja en las manos y me aseguró que me iban a encantar. «Tienes que leerlos», me dijo. Sin saber nada, claro está, de mis prejuicios sobre el autor de aquellos tres lingotes. A veces uno quiere huir de algo a conciencia sin darse cuenta de que la vida no tiene los mismos planes.
Así que, contra todo pronóstico, decidí soltar mis creencias y abrí las páginas de la primera de aquellas tres novelas con cierta desconfianza. Me enganchó su ritmo trepidante y lo especial y humano de sus protagonistas, que ya casi quiero como si formasen parte de mi círculo más cercano. Pero más allá de la novela, tengo que decir que me rindo a los pies de Gómez-Jurado. Haber conseguido tal legión de seguidores no es casualidad, pero también reconozco que me ha atrapado como persona. Ahora sé, tras leer unas cuantas de sus entrevistas, que con el lanzamiento de Rey Blanco, pidió a sus lectores a través de Twitter que si alguien no podía permitirse comprarlo se lo pidieran directamente por mail. Y también que ha dicho cosas como «vivir de lo que te gusta es el mayor de los éxitos, lo demás son añadidos». Y, sinceramente, ahora a Juan le haría la ola. Una vez que he empezado, pienso seguir leyéndole al mismo ritmo que pienso seguir desprendiéndome de mis prejuicios.