Albares-Estación
La maestra se llamaba Salvadora y ha perdido la memoria. Sus recuerdos del poblado minero de Albares de la Granja, en el Bierzo Alto, se encuentran almacenados en una nube inalcanzable, cuenta su hija en las redes sociales, dentro de los comentarios al enlace con un reportaje de este periódico.
El maestro era Mateo y siempre echaba de clase a la hija del factor de Renfe, María Ángeles Cebrones, que quería sentarse con su hermano mayor, porque las escuelas de posguerra separaban a los niños y las niñas.
La escuela estaba en lo alto de la ladera y tenía a sus pies el poblado de Albares-Estación, así le llamaban entonces. El nombre de la barriada —me cuenta Alfredo Alonso, nieto del empresario que le compró la concesión de Antracitas de la Granja al conde de Sagasta en 1919 y consiguió que le construyeran un apeadero para no tener que trasladar el carbón en caballerías— era un homenaje al apellido de su abuela Isabel.
En el poblado alojaron a trabajadores andaluces y extremeños porque faltaba mano de obra. Alfredo Alonso Tascón había edificado los dieciséis bloques de viviendas con electricidad y agua corriente antes de 1950. Y allí vivieron hasta el cierre temporal de la mina en 1969.
La única televisión de la barriada era la del factor de Renfe, Francisco Cebrones, y cuando emitían corridas de toros la movía hasta la sala de la estación porque los mineros eran muy taurinos.
En la casa señorial, con una escalera interior y ventanales con vidrieras, vivía la familia del empresario y la del facultativo. Y los maestros también tenían sus propias viviendas junto a la escuela, dotadas de calefacción.
La escuela y las dos viviendas ardieron hace unos años, con el poblado ya abandonado, pero la mina todavía en explotación. Y la empresa decidió convertir el terreno en una escombrera.
También ardió el economato. Y con el tiempo saquearon los bloques de viviendas, la casa del facultativo y el empresario —donde salvaron la vidriera en el último momento— y derribaron la estación para construir un apeadero. Así había comenzado todo. Así terminó. La mina cerró hace tres lustros, en manos de otro propietario. Y los trenes ya no se detienen en Albares-Estación.