Editorial | Los rescoldos de Ciudadanos incendian la política nacional en el peor momento

Cuando todo apuntaba a que la situación de Ciudadanos abocaba al partido naranja a una desaparición más o menos previsible, acaba de generar una auténtico terremoto en el panorama político español. Su agonía la generó con errores graves en su lugar de origen, Cataluña, y a nivel nacional, de la mano de un Albert Rivera que en ambos casos renunció a la posibilidad de asumir la cuota de poder que había conquistado en las urnas.

Ahora, de la mano de Inés Arrimadas —a la que ya recuerdan que hace unas semanas dijo que la pandemia desaconsejaba las mociones de censura— ha dado una patada a la mesa y ha puesto todo patas arriba. Evidentemente no hay ni un pero que poner al uso de herramientas democráticas como las mociones de censura o las elecciones anticipadas. Pero en política los tiempos, y especialmente la oportunidad, son fundamentales. Si tanto se criticó que en plena tercera ola de covid se votase en Cataluña —saliendo incluso los positivos de sus casas— abrir un proceso de inestabilidad institucional en diversas autonomías —y quizá ayuntamientos— se merece todas las críticas. Toca gestión, es la hora de combatir el covid —se suponía que unidos— y es la momento de dar respuesta a los problemas de las personas, tanto en lo sanitario como en lo económico.

La irresponsabilidad mostrada ayer por Ciudadanos abriendo un proceso que ha tenido un efecto dominó —incluyendo a Castilla y León— probablemente sea el epílogo del partido naranja, que verá —siguiendo los precedentes— como sus cargos se fundirán con formaciones a derecha e izquierda en busca de acomodos futuros. Un Cs que está en el origen del Gobierno de Pedro Sánchez al animar la moción de 2018 que luego no votó. Ahora, genera una crisis institucional de efectos evidentes y que impulsará un poco más esa desafección de la sociedad hacia unos políticos en los que siempre percibe un interés más egoísta y partidista que de verdadero compromiso y responsabilidad con los intereses generales de las personas. Centrarse en las maniobras de poder y en la búsqueda de votos —en parlamentos o en las calles en Madrid— es una insensatez que no se merecen los españoles tras este año de duro sufrimiento.

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