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Cuando parecía que no podíamos ser más lentos, con menor capacidad de reacción no ante los problemas, sino sobre todo ante las oportunidades, tiramos del freno de mano en seco y amenazamos con vararnos en la parálisis administrativa y, con ella, terminar de hundir la flota de la economía actual y condenar las precarias perspectivas de las generaciones futuras. Cuando la tontuna exasperante del pulsito de poderes y competencias territoriales en función del coloreado político nos parecía el sumun del despropósito en este ya eterno escenario de enfermedad y muerte (sanitaria y económica), los cálculos de rentabilidad electoral dinamitan toda lógica y sensatez y amenazan con paralizar un entramado institucional ya de por sí mastodóntico, pesado, ineficaz. Incapaz de responder a emergencias como las que nos asfixian desde hace un año. Cuando más falta hace la unidad (dentro y fuera de la cosa pública) para adoquinar el muy difícil camino hacia el futuro y aprovechar las herramientas en las que otros se afanan desde hace tiempo, vuelve a atraparnos el cepo de la urna a cualquier precio.

Cualquier quebranto en la descerebrada cabeza política de todas las administraciones implica inevitablemente un estancamiento imediato e incomprensiblemente prolongado y en cascada, en la toma de decisiones. Meses de inactividad inversora en organismos que llevan años (¡años!!!) sin estructura presupuestaria que llevarse a la planificación. Ni siquiera les ha dado tiempo a ponerse en marcha. Parálisis sobre parálisis en tiempo de agonía.

Y eso no es lo más grave. Los fondos de recuperación europeos ya están aquí. ¿Qué tenemos desarrollado, pergeñado y atado a nivel local para pillar cacho no ya de una tarta de ayudas que no volveremos a ver, sino de un reparto que aquí sigue enredado en quién se queda con la nata y la guinda? Paralizar la estructura institucional ahora con pulsos de mociones de censura es pegarse un tiro. No en el pie, directamente en la sien. Restar las paupérrimas fuerzas que aún laten en el paleto fango político no tiene perdón.

Y atentos. Sólo un dato, nada anecdótico. En una muy cercana universidad han anunciado ya un ambicioso plan de proyectos investigadores a financiar con los fondos europeos de resiliencia. TIC más educación, las dos grandes líneas de inversión, junto con la transición ecológica, de la que tanto sabemos en León. ¿Qué hay de lo nuestro? (Des)esperamos...