Palloza bajo techo
En la única gran exposición sobre Ancares que se haya visto por aquí, Candín -hoy en candeleiro por dar candela a una rogativa picuda- no estaba al principio. Fue exposición ideada por el ministerio de Cultura y la Junta para el Museo Arqueológico de Madrid que readapté después aquí, en Pallarés, verano de 1987, utilizando buena parte del material y fondos, pero complementando con aportes del valle de Ancares y Candín que, paradójicamente y siendo la arteria titular ancaresa, en nada estaba representado en aquella muestra, así como metimos material inédito de Balboa o Cantejeira (y su Domingo fantasioso en maderinas). Ampliamos, en fin. Y por tomarme el dirigir Pallarés como aula de aprendizaje, en esta exposición me esperaban algunas lecciones; y de nada sirvió después que las diera la sagrada realidad como cantazo en los dientes. Cierto que no se pagó aquí lo mayor (aquel carísimo montaje fotográfico, los óleos de Cristina Cerezales o aquel estaribel luminoso del mapa de Ancares a ras de suelo para que los visitantes pisaran la comarca y supieran de caminos y nombres que quizá se vieran tentados a conocer un día), cierto que se logró colaboración desinteresada y que se purrió por pura ilusión al estrenar Pallarés uno de sus objetivos urgentes: ser la casa de León en León, o sea, escaparate de la provincia y casa de todos para venir como a su casa uno de Candín o Candemuela, de Valderas o Villabandín. Y el primer sopapo fue que lo que en Madrid había costado 23 millones de pesetas, en Pallarés fue factura de solo doscientas mil. Lección 1: se puede pasar del lagarto al milagrito. Con la exposición venían además para Ancares planes de reanimación sociocultural y económica, vaga muletilla muy de entonces como los mantras políticos que hoy oímos con la España vaciada. Y casi todo se quedó en lo hablado como en la escuela de Mora, aunque algún dinerillo llegaría a lo tonto para lograr que, de entonces a acá, dos tercios de la poca gente que quedaba se largara. Lección 2: prometen hasta que la meten. (La lección de la palloza y otra más, mañana).