Paja al canto
Ancares, título de nuestra exposición de 1987 en Pallarés, pretendió ser el buque insignia de una flota de sueños y alternativas de reanimación para tantas otras comarcas deprimidas del mosaico leonés. Antes de amar algo va el conocerlo y, juntando los dos verbos, viene un tercero exigiendo: trabajarlo, lo que ya no es tan frecuente. Esa era la intención de aquella muestra que había impulsado nuestro añorado Avelino Hernández desde Madrid. Y como el emblema de esta comarca es indudablemente la palloza, me empeñé en incluir en la exposición una a tamaño natural, bien grande, un verdadero disparate que al final resultó ser lo estelar de la muestra, pues a lo largo de sus quince días se iría construyendo y teitando para que el visitante conociera al fin y de muy cerca los pasos, trucos y tripas de esta emblemática seña de arquitectura popular; y le metimos sus muros de piedra, sus esteos, anguilones, cangos, ripias y espeso teito de paja de centeno como si estuviera haciéndose al aire en Campo del Agua. Al efecto se contrató a un ducho operario-teitador de la zona al que, además de honorarios, se le pagó cada día hotel y comidas; en total, poco más de cien mil pesetas; y como no nos costó mucho el material (se chuleó lo suyo atrayendo simpatías), el coste final de meter la locura de una palloza a tamaño natural dentro de otro edificio no llegó a ciento setenta mil. Y como entonces la Administración empezó a pagar por solo restaurar una palloza (no hacerla) hasta siete millones de pesetas, saqué conclusiones. Esta fue la tercera lección obtenida de esa muestra.
Y la última: si aún pervivían los restos del patrimonio natural/cultural ancarés pregonados en aquella exposición fue gracias a que la pobreza los preservó; pero llegaron subvenciones, restauraciones o limosnas, se fue emputeciendo el clima con la puta política, el compadreo y la disputa vecinal mientras su censo ya no dejaría de menguar porque aquello no da ni lo que daba. ¿Y hoy quieren teitar futuros lindos o improbables echándole paja al canto y al cuento, rey de las cuentas?...