Confusión
La lucha por el poder en la región de Murcia, una autonomía de escaso peso en la política nacional y tradicionalmente gobernada por el PP, puso el escenario patas arriba. Con inesperado desenlace.
La palabra es confusión, con alarmantes señales de fragilidad en los liderazgos y falta de coherencia interna en los partidos.
Que no cunda el pánico porque hay más ruido que nueces. No se dan las circunstancias para zarandear el tablero por un eventual efecto dominó. Confirmado el descuelgue de tres diputados de Ciudadanos, la anunciada moción de censura puede darse por fracasada. Sólo la Comunidad de Madrid verá alterada la ecuación de poder concertada por la derecha: PP, Cs y Vox. Y eso en el caso de que el nuevo reparto de cartas en las urnas (4 de mayo, salvo improbable decisión cautelarísima del TSJ) salga como espera la presidenta Ayuso en su duelo con el socialista Ángel Gabilondo, ganador de las pasadas elecciones.
Que el contubernio murciano PSOE-CS, apadrinado desde arriba por Sánchez y Arrimadas, iba a extenderse a la Comunidad de Madrid —palabras mayores— era una hipótesis interesadamente cultivada por la presidenta, que debe su cargo al apoyo de Cs y Vox. De modo que Ayuso aprovechó la conjura de Murcia para convencer a su jefe de que ella sería la próxima víctima de quienes pretendieron ajusticiar a su compañero de partido, López Miras. Así que, por si acaso, con la previa luz verde de Pablo Casado, les ganó por la mano con una inesperada disolución de la Asamblea y la consiguiente llamada a urnas, donde espera mejorar sustancialmente su facturación electoral.
Esa es la reseña de la histérica reacción de los corrillos políticos y mediáticos que hablan y no paran de cambios inminentes en la orografía del poder a escala nacional, regional y municipal. No lo creo. No llega a tanto la irresponsabilidad de una clase política que parece subordinar la lucha contra la pandemia y por la recuperación económica a la conquista o la conservación del poder regional y municipal.
Que la coalición PP-Cs se haya roto en Madrid no quiere decir que vaya a romperse en Andalucía y Castilla y León, donde los actores de ambos partidos, como finalmente ha ocurrido en Murcia, ya han garantizado la continuidad de sus respectivos gobiernos. Por no hablar de los muchos ayuntamientos gobernados por los partidos de la llamada foto de Colón: Madrid, Granada, Zaragoza, Santander, Badajoz, etc...
Además, que el bloque de las derechas presente grietas con amenaza de fractura no quiere decir que, por el contrario, el bloque de las izquierdas instalado en el gobierno de la nación sea una balsa de aceite ¿O ya hemos olvidado que la tensión permanente entre el PSOE y Podemos es un explosivo atado a la cintura de Pedro Sánchez?