Fracaso y vergüenza
El largometraje Adú es necesario ahora y siempre. No nos cuenta ninguna película. Dirigida por Salvador Calvo y ganadora de cuatro Premios Goya a la dirección, actor revelación (Adam Nourou), sonido y dirección de producción, la historia revuelve de tal manera las conciencias que no hay manera de encontrar acomodo en el sillón durante los 119 minutos que dura este drama de huida y exilio en el que los protagonistas son menores. Pero la realidad supera a la ficción. Esta semana nos ha sobresaltado la secuencia desgarradora de imágenes del rescate de una de las pateras llegadas a Las Palmas de Gran Canaria donde viajan nueve menores. Una niña africana tuvo que ser atendida por Cruz Roja debido a una parada cardiaca tras una travesía de infierno. Su vida corre peligro. Otro menor está ingresado en estado crítico. No son realidades nuevas. Hace años que mares y océanos son una fosa común.
Si como sociedad, como humanidad, no nos avergüenza ni nos moviliza el drama de los menores que llegan solos estoy convencida de que nunca construiremos nada bueno a nuestro alrededor. Despectivamente se les llama ‘menas’ pero son sólo menores solos en rutas infernales de la mano de familias a las que a menudo pierden por el camino, que huyen de la miseria, el hambre, las guerras, los asesinatos y las violaciones, que son otra forma de matar. El cuerpo sin vida en 2015 en una playa de Turquía de Alan Kurdi, el niño de tres años ahogado en el mar junto a su hermano y su madre en una huida desesperada de la guerra de Siria, removió momentáneamente las olvidadizas conciencias. Adú cuenta una travesía llena de minas, que son las personas. No hace falta tener hijos para aproximarse al dolor de ese drama. ¿Cuántos menores llegan a España solos?. En 2017 estaban inscritos en el Registro 5.380 menores extranjeros no acompañados, la mayoría de Marruecos y Argelia, pero también de África Subsahariana. En Alemania, por ejemplo, entre 2015 y 2017 pidieron asilo 70.000. Los servicios sociales de la Junta de Castilla y León acogerán a 25 menores fruto de un acuerdo con el Gobierno de Canarias. Cinco estarán en León. En esta parte acomodada del mundo intentamos sobreponernos al impacto de un virus. Hay países de América Latina que no saben cuándo llegarán las primeras vacunas, y en África las organizaciones criminales que empujan a las familias a arriesgarse a ser tragadas por el mar ya ven negocio en el mercado de la inmunización. «El virus no entiende de fronteras», se nos dice, y en la frase ya está implícita una interpretación desde una posición privilegiada porque si el virus entendiera de fronteras ya se habría levantado otro muro.