Editorial | La Catedral necesita atención constante

La Catedral de León se presenta hoy sin andamios, por primera vez en prácticamente cien años, después de sucesivas intervenciones parciales en las torres, las cubiertas, el rosetón, los hastiales... un rosario de remiendos obligados para que el emblema de la ciudad no se deshaga ante nuestros ojos. Ahora, a la espera de una de las restauraciones más complicadas de su historia, la del triple pórtico de la fachada principal, la seo se ve despejada de la armadura que siempre la acompaña en un compás de espera que no hacer presagiar nada bueno. La falta de fondos mantiene in albis las actuaciones pendientes en la Catedral pero esta situación no debe perpetuarse porque las necesidades siguen siendo urgentes. Las administraciones deben ser conscientes de que el deterioro del monumento no se puede guardar en un cajón a la espera de tiempos mejores porque quizás el daño sea irremediable.