Dignidad hasta en el último momento
Morir con dignidad. De eso va la Ley de Eutanasia. Es un tema delicado de esos que no conviene abordar en cenas familiares o con amigos si lo que se busca es la paz común, pero es un asunto de plena actualidad, aunque no por ello libre de polémica. Y todas las opiniones han de ser respetadas. Ninguna vale más que la otra porque, al menos de momento, podemos expresarnos libremente.
Digo yo que quién es nadie para decidir sobre la vida del otro. Vivir o morir es algo que nos debería competir únicamente a cada uno. Nuestra vida o nuestra muerte. Cierto que hay cosas que no están en nuestras manos, como sufrir una enfermedad o un accidente que pueden acabar de forma fatal, pero cuando tenemos poder de decidir, creo que debería ser algo nuestro y de nadie más. ¿Cómo que yo quiero morir porque una enfermedad me hace la vida imposible y no me dejan? Me parece mucho peor que la ley no me permita irme de este mundo cuando a mi me dé la gana siendo plenamente consciente de mis facultades cuando la vida ya no es tal cosa y la enfermedad es incurable.
Yo también vi la película de ‘Mar adentro’. Y me impactó, como a la mayoría, aquella historia de Ramón Sampedro, al que no dejaban morir pese a sus deseos de poner fina a una ‘vida’ que para él había acabado treinta años antes, cuando quedó tetrapléjico tras sufrir un accidente. Condenado a vivir, se llamaba el libro que inspiró la cinta.
Pienso que la nueva ley es un avance en lo que a derechos y libertades se refiere, aunque también es cierto que debería haber llegado antes.
Es un paso más hacia la cultura del ‘buen morir’ y no tiene nada que ver con empujar a enfermos a tirar la toalla. Para quien pide la muerte asistida su existencia terminó mucho antes y sólo él o ella podrá solicitarla bajo unas condiciones claras que también establece la ley.
España es ahora el sexto país del mundo que despenaliza la eutanasia y hace caso así a una creciente demanda social. El objetivo es permitir a toda personas «con enfermedad grave e incurable» o padecimiento «crónico e imposibilitante» pedir ayuda para morir y evitar así «un sufrimiento intolerable».