Diario de León

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El miércoles asistimos, mi compañero Marciano y yo, al que es el primer incendio importante de este año. Una imprudencia, como casi siempre, fue la causa de que se quemaran cerca de cien hectáreas de monte en Valdepiélago y de que un valioso robledal corriera el peligro de quedarse reducido a cenizas.

No sé si por ser el primero o porque realmente es firme el compromiso de las administraciones públicas en la lucha contra el fuego, pero el despliegue de medios fue impresionante. Hasta cinco helicópteros y dos hidroaviones, tanto de la Junta de Castilla y León como del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco), participaron en las labores de extinción, que también contaron con medio centenar de personas que desde el terreno le plantaban cara al fuego.

Fue espectacular ver faenar a estos profesionales, cuyo trabajo siempre parece quedar detrás de las estadísticas que nos escupe esta lacra social que son los incendios forestales, daban ganas hasta de aplaudir. Verles surcar el cielo, hasta cinco aparatos a la vez, perfectamente coordinados, con esa estela de agua a su paso, y con esa precisión al lanzar ese salvavidas que para el monte es el agua, nunca mejor dicho, caía desde el cielo.

Como digo, un espectáculo que no nos podemos permitir más. Aunque nunca se puede hablar de datos positivos cuando se trata de hectáreas calcinas, llevamos dos años relativamente buenos en incendios forestales, dos años en los que las cifras tanto de siniestros como de superficie están disminuyendo, gracias al trabajo de estos héroes que desde el cielo y la tierra dan lo mejor de ellos mismos para no perder la batalla contra las llamas.

No bajemos la guardia, por favor, hay que extremar las precauciones en estos días de calor, hay que denunciar al que no respeta a la hora de quemar rastrojos, hay que defender los nuestro, nuestra naturaleza, nuestra biodiversidad. Porque esas cien hectáreas perdidas el miércoles en Valdepiélago tardarán décadas en recuperarse. Todavía estamos todos pagando las consecuencias del incendio del Teleno de 2012, en el que se perdieron 12.700 hectáreas, o del que en 2015 arrasó 2.125 hectáreas en Quintana del Castillo. Millones de euros invertidos para regenerar una vida sesgada por el fuego.

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