Editorial | La apuesta medioambiental exige modernización

En un momento en el que las políticas y las actuaciones encaminadas a reducir la huella medioambiental de todas las actividades de la sociedad están en el punto de mira (también inversor) de los gobiernos y sobre todo de la Unión Europea, carece de lógica que no se aborden con urgencia proyectos como la modernización del Centro de Tratamiento de Residuos de Gersul. Unas instalaciones diseñadas hace más de dos décadas con unas pretensiones y una tecnología muy alejadas de los principios de responsabilidad ecológica actuales, que ya no son una opción. No lo son para los ciudadanos, sobre los que es necesario realizar aún una profunda labor de concienciación a pesar de los avances de los últimos años; pero sobre todo no tienen disculpa las administraciones, cuyo deber es estar a la vanguardia de las actuaciones que protejan el medio ambiente.

El sistema de reciclado del CTR local exige métodos de tratamiento capaces de mejorar sensiblemente la capacidad de recuperación de residuos. Ni siquiera se han alcanzado los porcentajes previstos inicialmente: estaba calculado que en los vasos se depositara menos del 40% de los residuos que llegan al centro, y en cambio se envían el 70% de ellos.

Aún con estas deficiencias, la valorización de la basura en este complejo generó el año pasado un beneficio económico de 3 millones de euros a Gersul. Sólo la generación de biogás permitió alimentar la electricidad del centro y volcar el resto en la red. Un camino en el que avanzar es una urgente exigencia.