Desayuno con mayúsculas
El ex olímpico leonés Manuel Martínez concluye este jueves su serie La casa sobre ruedas, en La 7 CyL. En el anterior episodio, él y su cámara Álvaro Paramio — un hallazgo— estuvieron en Posada de Valdeón, tras haber recorrido en su furgoneta la Comunidad. A Manolo no hay que desearle que «la fuerza te acompañe», pues ya la tiene. No obstante, cada prueba deportiva que afronta le conlleva prepararse concienzudamente. Para el reto en su tierra, antes desayunó una gran cazuela de callos, en el bar Curueño, en Barrio de Nuestra Señora. Y un cafetín. Impresionante. Paramio ayudó mojando pan, hacerse el harakiri tempranero no figura en sus cometidos. «Hombre, Aguirre… los callos serían efectos especiales», se me dirá. Ni hablar, eran de verdad. Picaban con solo verlos. En cambio, Stallone y Schwarzenegger usan dobles para las digestiones peligrosas. Así, cualquiera. Ya en la zona, les hizo de anfitrión el hostelero David, quien explicó cómo funcionaban los chorcos. Con cazurrería perruna, su can se negó a obedecer cuando le ordenaba «quieto» o «arriba». Manolo le echó redaños, cruzó un puente tibetano, que hubiera acoquinado a Indiana Jones, y se hizo una vía ferrata con Guti como guía. Gracias a la casquería leonesa pudo con la montaña, y además aún le quedó vigor para darse un chapuzón en el Cares. Algún día desayunar callos será deporte olímpico. Con una magdalenina no hubiese sido igual. Mejor así, a lo grande. ¿Ardor de estómago? Más hubo de tenerlo Audrey Hepburn cuando desayunó diamantes. Una vez finalizado el reto, recuperaron fuerzas en el Begoña, donde se zamparon hasta la carta.
Viajes, retos y humor. Estos leoneses lo han logrado: ofrecer, frente al estruendo del sensacionalismo, una alternativa de ocio televisivo inteligente. La casa sobre ruedas bajo su apariencia de facilidad esconde su único secreto: buena gente haciendo muy bien su trabajo. Tan fácil, tan difícil.
El episodio terminó con los dos amigos leoneses cenando en la furgoneta. ¿Lenguadín a la plancha? Quia, tocaba callos y cayeron de nuevo. Fue un gran gag final, para un gran programa, modelo de la mejor televisión, al que deseamos otra temporada. Y de postre, supongo, yogurín natural. Hay que cuidarse.