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El que puede poner la puntilla a la desertización del mundo rural es el coche eléctrico. Anuncian grandes bonificaciones e incluso gratuidad si se adquieren vehículos limpios, tanto híbridos como con otras fórmulas de combustión. El gran asidero de población a los padrones de los ayuntamientos está llamado a la extinción si no hay descuento en el impuesto de circulación.

Nos dicen que el mundo rural agoniza, que existe una España Vaciada, y nos señalan con el dedo a aquellas aldeas casi inaccesibles de las que hace décadas que escapó la gente buscando el mítico objetivo: progresar.

Pero el conflicto es que esa gangrena del abandono se extiende cada año que pasa hacia localidades más grandes. El otro gran cordón umbilical para propiciar el regreso —aunque sea temporal en verano, Navidades o Semana Santa— se rompe poco a poco a medida que desaparece una generación de abuelos que son algo así como los últimos de Filipinas, que gracias a su salud o perseverancia han evitado la migración a residencias. Pero se extinguen y cada vez son más las casas con las persianas hasta abajo durante casi todo el año.

Poblaciones de gran entidad como Cistierna, Boñar, Villablino, Bembibre o incluso Astorga y La Bañeza exhiben progresivamente las cicatrices de esa España Vaciada de la que ya no se libran ni siquiera las dos grandes ciudades de la provincia. En el entorno de Ponferrada y especialmente de la capital hay municipios que resisten de momento en las estadísticas, pero la sangría —que no podemos olvidar que afecta a buena parte de las provincias de España alejadas de los ejes de desarrollo— crece cual bola de nieve a medida que caen las hojas del almanaque. Ayer, a las doce, sonaron las campanas en muchos pueblos para denunciar la despoblación. Y quizá debían dejarse oír ya las de la Catedral de León y la Encina mirando la que se avecina.

El problema es conocido. Y quizá le pase como a la Semana Santa. Si quiere mirar al futuro debe arraigarse en sus tradiciones, en lo autóctono, eso es lo que da valor a las cosas. Pero tiene que dar un paso al frente para dejar un hueco a las nuevas generaciones, facilitar oportunidades. Y eso sólo llegará dando la campanada.

Que León no sea vía muerta y logre un tren del siglo XXI a Galicia cambiará las cosas. El que piense que sólo es un tema del Bierzo viaja descarrilado...