Diario de León

Alfonso García

Un examen poco común

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La España de las múltiples velocidades se acelera. Se aceleran las diferencias, claro. Desvinculadas las Comunidades Autónomas del espíritu alentador con que nacieron, aunque no cerrado el proyecto con claridad y precisión, en muchos de los tramos de su desarrollo más parece el asunto un disparate que una descentralización, cercanía y ayuda al ciudadano, que a veces tiene la sensación de suerte o menos al haber nacido en una u otra. Las transferencias de competencias no tuvieron en muchos casos un cálculo equilibrado de consecuencias. Y si no, por poner un solo ejemplo de los muchos que ofrece la realidad variopinta, que se lo pregunten a los padres que en su momento tuvieron que rascarse el bolsillo para vacunar a sus hijos mientras otros lo hacían de forma totalmente gratuita. Añada cada cual su propia experiencia.

El asunto no es este hoy, sin embargo. A un par de meses del examen que posibilite el acceso de miles de jóvenes a la universidad, no está de más una reflexión sobre el principio de equidad. No sé muy bien cómo está el asunto este año. El pasado, alegando razones motivadas por la pandemia que nos azotaba y sigue, media docena de Comunidades Autónomas, entre ellas esta que nos han impuesto y padecemos, los alumnos debían aprobar todo el Bachillerato para ir a la Ebau.

El resto de comunidades, no, con una casuística variable y variopinta según los casos. Han leído bien. Ese era el panorama, que, sin duda alguna, rompía el principio de equidad aludido. ¿No somos iguales ante qué ley? Súmese a ello, como consecuencia, la competencia, desleal, por supuesto, nacida del derecho a ingresar en la universidad que a otros se negaba, incluso en la propia casa. Aun teniendo distintos requisitos para su acceso, podían los suspensos, caso de aprobar el examen al que acceden con preferencia, elegir centro universitario, lo que a priori significa discriminación. Al margen, por supuesto, del variable grado de dificultad, constatado en diversas ocasiones, propuesto en las pruebas de acceso.

Diecisiete exámenes distintos, diecisiete modelos educativos, diecisiete calendarios para las pruebas, diecisiete formas de entender algo que es, o debe ser, común. Común. ¿Hay quien dé más? Uno cree sinceramente que el asunto no tiene explicación, a no ser que, como casi siempre, el paseo de los responsables sea por los cerros de Úbeda, cada vez más poblados. Babia está ya demasiado ocupada.

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