El ultimátum de Ceferin
Florentino llevaba soñando con hacer realidad este proyecto media vida. En las portadas se habla ya de la ‘Tercera Guerra Mundial’ del fútbol tras la bomba que supuso ayer el anuncio institucional de la creación de la Superliga Europea, competición semicerrada de veinte equipos en la que el ganador se llevaría 250 millones de euros: más del doble de lo que la actual Champions League ofrece a su campeón.
Es irónico que ahora salga el presidente de la Federación Española de Fútbol apelando a «la responsabilidad y a los principios». ¿Qué principios? ¿Los de las apuestas deportivas? ¿Los de los derechos televisivos? ¿Los de la mafia en la que se ha convertido año tras año la industria del balompié? Luego Figo, argumenta en contra que se trata de un proyecto «codicioso e insensible». ¿A caso no lo es desde que se convirtió en un negocio hiperlucrativo? ¿No contribuyó él de forma pionera y directa tras aterrizar en el Madrid de los galácticos como el fichaje más caro de la historia? ¿Por qué no le preguntan a las chicas de la Liga Iberdrola cómo se han sentido respecto al fútbol masculino durante décadas? ¿Por qué la Primera División de España lleva el nombre del Banco Santander? El ultimátum, ante la potente amenaza liderada por el banco estadounidense JP Morgan de tumbar un chiringuito que muchos creían infinito, lo ha pronunciado con rotundidad el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin. Adelantó que los jugadores que participen en la Superliga «no podrán jugar con sus selecciones». Parece más un chiste malo, o una piedra contra el tejado de la FIFA, que dejaría tiritando los futuros mundiales y torneos continentales como los más pobres desde que se inventó este deporte. Si es que se puede llamar así. Porque el fútbol dejó de ser un estado de ánimo para convertirse en un estado capitalista, con complejo de régimen dictatorial gobernado por el dinero y con empresarios millonarios como títeres del backstage, a cuenta del beneficio propio. Aquí nadie quiere ser ‘El monje que vendió su Ferrari’.
Con toda la honestidad que cabe: desde 1985 solo tres equipos han disputado el primer puesto a Real Madrid y Barcelona: Atlético de Madrid y Valencia, ambos en dos ocasiones, y el Deportivo de la Coruña. En Italia la Juventus lleva nueve títulos consecutivos, por no hablar de la supremacía del Bayern en la Bundesliga. La única que se salva temporada tras temporada es la Premier. Pero, ¿el resto? ¡Obvio que quieran evolucionar! Y el progreso, como en todos los ámbitos de la vida contemporánea —ciencia, salud, educación, I+D+i, incluso la Mesa por el Futuro de León—, viene claramente marcado por la iniciativa privada. Eso sí, quienes formen parte de ella deben abandonar sus ligas nacionales y dejar espacio para que el fútbol más bonito, el de los ‘humildes’, prospere.