Editorial | Despejar la muralla para ponerla en valor
El objetivo de liberar la muralla, el gran testimonio visible del pasado de la ciudad, avanza ahora con la previsión del derribo de otras dos viviendas adosadas a la construcción. Dos inmuebles abandonados, que liberan otra parte de los monumentales cubos, aunque queda la fase más difícil del proyecto para despejar la totalidad de la fortificación. La que tiene como objetivo las construcciones que ocupan colegios, conventos, el Hospital Nuestra Señora de Regla,...
El Plan Director de la Muralla fijó hace ya 13 años que en el plazo de una década el vestigio se vería por fin liberado de las construcciones que se le han ido añadiendo a lo largo de los siglos. El objetivo no se ha conseguido, y es evidente que queda mucho camino por recorrer. Sin embargo, resulta indispensable avanzar al menos en aquellos tramos que sea posible, como los dos que ahora se liberan en la carretera de Los Cubos.
La puesta en valor de la muralla da también un importante paso con la adecuación del entorno de la Era del Moro, en una tramitación que se ha prolongado más de 15 años.
La recuperación de la muralla avanza así a paso lento, y quizá las obras previstas en la planificación actual de reordenación y derribos para construir la ronda Interior, y de peatonalización de las calles Carreras y Los Cubos, sea un buen momento para dar impulso a uno de los grandes proyectos de la ciudad. El hecho de que el Ayuntamiento disponga no sólo de fondos, sino de capacidad para gastarlos, es también un factor a tener en cuenta para aprovechar el momento y rescatar una muralla que debe recuperarse y ponerse en valor como uno de los grandes signos de identidad de la ciudad.