Editorial | La atención al vulnerable debe mantener la calidad
El miedo al covid está dando la puntilla al servicio municipal de ayuda a domicilio, una asistencia que bien gestionada puede llegar a ser imprescindible en la vida diaria de muchas personas mayores del municipio de León. Durante las primeras semanas de esta pandemia, el desconcierto y la falta de medios de protección llevaron a prescindir del servicio a prácticamente la mitad de los usuarios, que se vieron abocados a ser atendidos por sus familiares y vecinos o a valerse por sí mismos para evitar el contacto con personas ajenas a su entorno. Un año después, prácticamente el 50 por ciento de estas personas siguen sin reanudar la ayuda a domicilio, lo que deja en el aire casi una veintena de empleos después de haber perdido ya durante estos últimos meses otros 15.
Más allá del temor lógico que genera el virus se esconde una gestión municipal manifiestamente mejorable, que deja una impronta de dejadez que se evidencia en el hecho incomprensible de que los servicios sociales municipales orientan a las personas que entran en el sistema de la dependencia a prestaciones vinculadas a servicios privados, para no tener que esperar hasta tres meses para comenzar a recibir la asistencia, como denuncia el comité de empresa.
La asistencia social es una de las herramientas más directas que tiene la administración para ponerse al servicio de los ciudadanos y su empeño debe ser el de mantener la calidad del servicio, más aún si hablamos de una institución local que debe tener en su esencia la atención a los más vulnerables.