La vidriera de Halffter
Recuerda Francisco Sosa Wagner, el antiguo parlamentario europeo, que a Cristóbal Hallfter le fascinaban las vidrieras de la catedral de León. La luz tamizada por los colores del vidrio inspiró al compositor afincado en Villafranca del Bierzo una pieza para órgano que estrenó Samuel Rubio, el organista del templo durante más de cuarenta años.
El martes fue otra intérprete más joven, Julia Ammerman, la que se sentó ante el órgano de la Colegiata de Villafranca para honrar al maestro en su funeral con una interpretación de una obra del Renacimiento; el Tiento del organista Antonio de Cabezón en la que se apoyó Halffter para componer su Tiento del primer tono y batalla imperial. A esa hora de la tarde el sol descendía sobre la iglesia y la luz entraba en el templo por las nuevas vidrieras. En el coro, un cuarteto de cuerda formado por profesores del Conservatorio de Ponferrada que lleva el nombre del compositor había afinado sus instrumentos para ofrecer a los asistentes al sepelio —allí estaba el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes— música de Avro Pärt, de Haëndel y de Bach. Y en el último de los grandes ventanales de la Colegiata todavía se filtraba la luz blanca a través de los cristales transparentes, a la espera de que llegue la vidriera que falta para completar la obra.
Esa ventana de luz blanca, esa vidriera por hacer, me recordó al compositor asomado hace poco más de un año a uno de los vanos del Castillo de Villafranca para dejarse fotografiar después de contarme por teléfono que tenía en la cabeza una nueva composición orquestal inspirada en El grito , el famoso cuadro del pintor de la ansiedad Edvar Munch. Halffter vestía ese día un jersey de un intenso color rojo y gesticulaba con las manos, casi como si dirigiera una de sus orquestas. Como si él mismo, enmarcado en el vano, se hubiera convertido en una vidriera en movimiento. Y me imagino que esa pieza sobre la esperanza, la fe en la humanidad que no había perdido al principio de la pandemia, habrá quedado inacabada. Como la ventana de luz blanca de la Colegiata.