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La Junta de Castilla y León quiere subvencionar a los turistas que vengan a conocer las nueve provincias, una comunidad, de sus desvelos. Después del verano, para incentivar al sector hostelero y lavar el complejo de castigador de Igea por los mandobles infligidos a la hostelería con el Bocyl a cuenta del covid. No deja de ser paradójico que los liberales que echan pestes del estado protector sean los primeros en sacar la venda de la chequera cuando conviene. Imaginamos una otoñada leonesa llena de turistas que caerán por fuera y por dentro de la muralla como hojas de los árboles para alfombrar la resentida economía de barra de la era poscarbón. Se ha puesto precio al oficio de turista. Y les colocarán un dorsal con chip que hará sonar las cajas registradoras con música celestial.

El problema va a venir cuando los macroparques eólicos que amenazan El Bierzo, Cabrera y la Montaña Central hagan volar por los aires a las gallinas de los huevos de oro. Cuando los mares de cristal que inunden La Cepeda y Maragatería abrasen los sueños de tantas personas que han invertido su patrimonio personal, sin subvenciones. Las voces de auxilio llegan desde todos los puntos de la geografía leonesa, algunos especialmente queridos como Villar del Monte. Los agricultores temen por el futuro de sus cosechas y los ganaderos trashumantes saben que cañadas, veredas y cordeles quedarán borrados para siempre. León corre el peligro de ser la primera potencia de las eléctricas en lugar de la decimoctava autonomía.

La clase política ha respondido a estos macroproyectos con el silencio de los corderos. En la Junta, aparte del vocerío vicepresidencial, solo se oyen aullidos contra el lobo y llantinas derramadas en tres folios por un urogallo muerto en un intento de anillamiento. Solo se ha escuchado la voz del presidente de la Diputación, Eduardo Morán contra los del Bierzo.

El presidente comarcal del Bierzo, Gerardo Álvarez Courel, se desgañitó en el Senado hace unas semanas para urgir medidas contra la despoblación: igualdad real para el mundo rural, sanidad, conectividad, accesibilidad bancaria, transporte... Días después, Antonio Turiel, físico leonés en el CSIC en Cataluña, cantó las verdades del barquero a sus señorías en la Comisión de Transición Ecológica. La era de los combustibles fósiles agoniza y hay dos opciones. Las energías alternativas renovables son necesarias, pero no a cualquier precio. A través de la ventana de análisis del 115 aniversario de Diario de León ha dicho alto y claro algo que es clave para la provincia leonesa: «El modelo centralista de consumo de la energía renovable no solo no es funcional, sino que ya no es posible». Aboga por el aprovechamiento local y desarrollo del territorio. Riqueza para León.