Diario de León

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Soy una firme partidaria de lo «público», es decir de la sanidad pública, la educación pública, y también de la existencia de medios de comunicación públicos. Me parece que los medios de comunicación públicos son un instrumento necesario para que los ciudadanos conformen sin atadura una opinión y un criterio de cuanto acontece. Pero eso sí, también pienso que a quienes gestionan lo «público» hay que exigirles responsabilidades, las mismas que en una empresa privada cuando quien la dirige fracasa.

Por eso resulta decepcionante que la pésima gestión llevada a cabo por Rosa María Mateo y su equipo al frente de RTVE haya pasado casi inadvertida. Esto viene a cuento porque se han publicado las audiencias de RTVE y dan ganas de llorar. Es más, el nuevo director general de RTVE, José Manuel Pérez Tornero, ha dicho que una televisión pública sin audiencia no tiene sentido.

Los datos de audiencia han sido desastrosos y lo continúan siendo, aunque es de esperar puesto que la esperanza es lo último que se pierde, que el nuevo director general y su equipo intenten revertir la situación y devolver a la radio y la televisión pública la relevancia que siempre ha tenido, o que tuvo hasta la llegada de la señora Mateo. A las cifras de audiencia me remito.

Y si, confieso mi decepción por la actitud de todos aquellos que protestaban contra el antecesor de Rosa María Mateo, por ejemplo, vistiendo de negro.

Lo hacían contra la manipulación y el sectarismo pero debe de ser que la manipulación y el sectarismo es digerible si coincide con los «nuestros».

En estos últimos años RTVE no ha sido plural sino todo lo contrario. Sus cuotas de sectarismo han sido evidentes y se puede resumir diciendo que esta RTVE ha estado, sin paliativos y más que en otras ocasiones, al servicio del Gobierno.

No, no hemos vuelto a ver a nadie vestido de negro para lamentar la manipulación cotidiana. Tampoco nos ha llegado el eco de que hubiera un profundo malestar ante la manera arbitraria de gobernar la tele por parte de la señora Mateo y su gente de confianza.

Así, en silencio, los que antes tanto clamaban en pro de la tele pública han consentido que está haya ido perdiendo audiencia hasta rozar la irrelevancia.

¡Ay esa doble moral, esa doble vara de medir lo que es sectario y manipulación! Si Rosa María Mateo y su equipo hubieran trabajado en una empresa privada les habrían puesto de patitas en la calle al poco de ser nombrados. Pero aquí no pasa nada porque en el fondo no se da valor a lo público. Ya lo dijo hace tiempo la hoy vicepresidenta Carmen Calvo: el dinero público no es de nadie.

Bueno, en realidad es de los ciudadanos pero a lo que parece o no se han enterado o hacen como que no se enteran. A la vista está de lo que han hecho con RTVE. Esperemos que el nuevo equipo acierte en su gestión porque RTVE es de todos los ciudadanos.

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